Qué significa ser conservador

Ciudadela. Madrid (2009). 222 págs. 21,50 . Traducción: Ana María Nuño.

TÍTULO ORIGINALThe Conservative Mind: From Burke to Eliot

Puede decirse que el principal obstáculo político del conservadurismo es su carácter heterogéneo, pero ahí reside también parte de su riqueza intelectual. Si William Buckley consiguió componer una estructura organizativa para todos los que se situaban a la derecha del espectro político (ver Aceprensa 16-07-2008), en el campo de las ideas un importante líder de la unificación ideológica del conservadurismo americano fue, sin duda, Russell Kirk. No es de extrañar que The Conservative Mind, publicado en 1954, se convirtiera en el libro de cabecera de una generación. El acierto de Kirk fue redescubrir la herencia de una serie de pensadores y políticos -Burke, Tocqueville, Adams, Disraeli- que, con matices y algunas diferencias, propugnan el valor de las costumbres, el orden y la continuidad política.

Qué significa ser conservador es una selección de las conferencias e intervenciones en las que el propio Kirk trataba de explicar los puntos esenciales de esta postura. Se trata, por tanto, de textos divulgativos, que llegan casi a ser argumentarios, muy bien escritos, y que pueden servir como armazón intelectual, siempre que se lean con la cautela que el mismo autor recomienda: el conservadurismo reniega de toda ideología; es más bien un estilo de vida -como también recordaba en un célebre texto Oakeshott- y por ello apela siempre más al sentido común que a la abstracción teórica. En este sentido, el pensador americano se sirve de la ironía, de la paradoja y del humor, renunciando a la virulencia (tal y como se encuentra el debate político, este esfuerzo se agradece).

Orden moral, valor de la tradición, prudencia, diversidad, imperfectibilidad, propiedad y libertad… son algunos de los puntos principales del pensamiento conservador según Kirk. Pero lejos de constituir una suerte de dogmas, estos principios son en esencia indeterminados. De ahí la versatilidad del mensaje conservador, diferente, como expresa el libro, al liberalismo y al neoconservadurismo. Kirk explica a base de pinceladas los puntos rectores, recurriendo a los ejemplos. Porque, en efecto, el sentido común sobre el que se construye el conservadurismo exige atender a problemas concretos y ser resueltamente pragmático.

Hay un aspecto por el que este ensayo puede ser especialmente recomendable en la actualidad: la importancia que concede a la cultura, en sentido amplio, incluso por encima de la economía. De hecho, el conservadurismo americano se convirtió en una alternativa seria gracias al ingente esfuerzo que los conservadores hicieron por recuperar los ámbitos culturales y confeccionar sólidamente un proyecto intelectual. En Europa, sin embargo, el conservadurismo sigue demasiado apegado a la crítica económica y hasta que no se rebele contra el monopolio cultural de la izquierda su continuidad en el poder depende de los descalabros económicos del gobierno de turno.

Kirk, aunque no desconoce los problemas económicos, hace hincapié en el orden moral, en la educación, en las virtudes, en la solidaridad, en la vivificación del sentimiento religioso, reivindicando un humanismo clásico suficientemente esperanzador y atractivo. Es, pues, un conservadurismo cultural, no una solución a los problemas económicos.

Es cierto que por todas estas razones el libro va destinado a los propios conservadores; no necesita convencer y el lector se percata de ello. Pero puede tener todavía hoy un efecto estimulante y revitalizador del programa político del movimiento conservador -también en EE.UU., tras el triunfo de la “Obamanía” y la desorientación republicana-, porque es certero a la hora de diagnosticar dónde están los problemas y dónde se encuentran las respuestas.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.