La publicación de Compañeras de viaje (1), quinta colección de relatos de Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947), coincide con su elección a la Real Academia Española, donde es la quinta mujer (las otras son la escritora Ana María Matute, la historiadora Carmen Iglesias, la filóloga Inés Fernández Ordóñez y la científica Margarita Salas). Este volumen guarda una íntima relación con el resto de sus obras, donde ha desarrollado una sugerente estética del intimismo.
Sencillez argumental
Darío Villanueva, nuevo secretario de la Academia, ha dicho que Soledad Puértolas “posee una mansión propia en la literatura española contemporánea, con personalidad muy definida en el uso del idioma”. En su ya larga trayectoria literaria hay novelas, relatos, libros para el público juvenil, artículos de vida literaria y ensayos. Puértolas ha recibido el Premio de las Letras Aragonesas, el premio Anagrama de Ensayo 1993 por La vida oculta, una reflexión subjetiva sobre su relación con la literatura, y el Premio Planeta con su novela Queda la noche (1989).
La autora no suele enfrentarse en sus libros con grandes historias sino con detalles casi marginales de la realidad, sucesos y anécdotas aparentemente insustanciales que muchas veces quedan en un segundo plano y que, sin embargo, son la clave de existencias concretas.
Estas historias, menudas, insignificantes, con protagonistas un tanto desorientados, sirven a Puértolas para abordar la búsqueda de la identidad personal, uno de sus temas preferidos. Sus personajes se enfrentan a la vida con una indecisión y un desasosiego profundos que en muchas ocasiones les lleva a la soledad y a la melancolía. Esto se presenta en sus narraciones de manera fragmentaria, lo que provoca que el argumento, de tan leve, pierda a veces interés y el centro de la narración lo ocupen las ideas, las sensaciones y los sentimientos.
Estilo transparente
Los personajes de sus novelas y relatos arrastran un escepticismo vital, un cansancio ante la vida que transmite al lector una desazón que recuerda a los relatos del ruso Antón Chéjov, a quien Puértolas considera su maestro y de quien ha realizado una antología de sus cuentos para la editorial Espasa.
“Para mí -ha escrito Puértolas-, el estilo es esencial, aunque yo quiero que sea transparente. Prefiero que deslumbre la historia. No me gusta enfatizar lo barroco del lenguaje, estoy en contra de una excesiva retórica que creo que existe entre los escritores de hoy”. Por ello, ha renunciado a cualquier adorno que recargue la narración y prefiere que la historia se descubra a sí misma de manera sencilla. Recurre frecuentemente al monólogo interior porque le ofrece más libertad para abordar la intimidad deslavazada de sus protagonistas. Escritora de ambientes, el escenario de sus narraciones se construye a partir de la vivencia subjetiva de los personajes.
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(1) Soledad Puértolas. Compañeras de viaje. Anagrama. Barcelona (2010). 220 págs. 18 €.
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