Una pionera de las asociaciones de telespectadores

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Mary Whitehouse, pionera en hacer oír la voz de los telespectadores y radioyentes de Gran Bretaña, habla con Helena de Bertodano -The Sunday Telegraph (3-XI-1996)- sobre el tratamiento que ha recibido de los medios de comunicación, desde los tiempos en que la BBC la marginaba, hasta hoy, en que sus opiniones son escuchadas.

Quienes están en el poder saben que hay que tratar con respeto a Mary Whitehouse. Como los ministros del gobierno se han subido al tren de la defensa de la moralidad, los ecos de Whitehouse se pueden oír por todo el país. «Si la violencia es constantemente presentada en la televisión como algo normal, eso ayudará a crear una sociedad violenta», dijo Mary en su primera conferencia pública en Birmingham, en 1963. Esas palabras suenan a tópico en nuestros días, pero en aquel momento fueron objeto de burlas. El director de BBC Radio Drama llegó a decir que «Hitler alcanzó el poder en la misma candidatura que Whitehouse». (…)

En las conferencias solían lanzarle huevos podridos; recibía cartas con amenazas de muerte y se llegó a tal punto, que el Ministerio del Interior insistió en que su casa tuviera protección policial durante todo el día.

Mary dejó hace tres años el cargo de presidenta de la Asociación de Radioyentes y Telespectadores, la organización que creó para hacer campaña en favor de ciertas normas de moralidad en la televisión. Pero sigue en contacto casi diario con quienes actualmente dirigen la asociación y afirma que no es capaz de retirarse del todo. (…)

Si para la televisión las peleas a navajazos, los asesinatos, la violencia son un entretenimiento, ¿por qué va a sorprendernos y conmocionarnos que los jóvenes la hagan suya?

Aun así es optimista: cree que los vientos están cambiando. No piensa que la repentina preocupación de los políticos por la moralidad sea postiza. «Creo que a muchos diputados les preocupa profundamente lo que está pasando en el país. Ahora podemos contemplar lo que es realmente la tendencia permisiva: una trampa y un engaño».

Su principal preocupación es la ineficacia de la Ley sobre la obscenidad, pues piensa que tiene demasiadas lagunas. «La Ley dice que debes demostrar que cierto hecho tiene una tendencia a pervertir y corromper. Pero nunca puedes demostrar una tendencia». (…)

Hace un par de años John Major la invitó a Downing Street, donde conversaron durante una hora sobre lo que podría hacerse para cambiar las pautas de moralidad en el país. (…)

El partido laborista hacía caso omiso de sus cartas o le respondía con las típicas fórmulas protocolarias. Tony Blair, sin embargo, se la ha ganado. «Debo reconocerlo», afirma Whitehouse, mientras saca otra carta del montón de la semana pasada. «Acabo de recibirla, es de Tony Blair».

En ella, el líder laborista británico dice que está de acuerdo en que se examine la Ley sobre la obscenidad. Y como nota a pie, de su puño y letra -un detalle muy importante para Whitehouse- Blair añade: «Si desea hablar conmigo, estaría encantado de hacerlo».

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