From Software nos tiene tan acostumbrados a niveles de dificultad tan altos que, cuando anunciaron un juego para las gafas de realidad virtual de Sony, nos imaginábamos algo impactante. Sin embargo, debemos cambiar el chip: no es Bloodborne , no es acción, no es desafiante y, desde luego, no es lo que esperábamos. ¿Es eso malo? No de por sí, pero vayamos a paso paso.
Déraciné nos lleva a un enorme internado con muy pocos alumnos. En él somos un espíritu, invisible para ellos pero con capacidad para manifestarnos a través de interacciones muy limitadas. En nuestro plano de existencia, el tiempo no pasa más que cuando realizamos una de esas interacciones, así que casi siempre vemos todo en pausa. El objetivo: convivir con ellos y que vaya surgiendo una bonita amistad.
El avance se basa en solucionar puzles de una sencillez abrumadora (poner objetos en un sitio determinado) y en seguir pistas. No hay persecuciones, tiroteos ni niveles de dificultad, todo transcurre a un ritmo extremadamente lento que, en el fondo, no supone desafío alguno. Y he ahí su principal valor y a la vez defecto: o se es fan de los juegos de este estilo, o pocas probabilidades hay de que guste, a pesar de que la historia que se va poco a poco desvelando tiene mucho interés.
En el aspecto técnico sorprende que obligue a usar PlayStation Move, ya que el motivo –dos objetos que llevamos en las manos virtuales– no se le saca provecho ni se le ve justificación. Tampoco ayuda el movimiento por balizas que impide el desplazamiento libre y que no admite otra configuración. Por lo demás, las texturas y animaciones son muy escasas, casi de la generación pasada, aunque sí se agradece el correcto doblaje al castellano.
Como experiencia virtual para recrearse en los ambientes y la música es excelente, pero como juego de VR no exprime ni de lejos lo que puede dar de sí. Se agradecen las apuestas distintas y arriesgadas, pero con una mejor mezcla de sus elementos habría sido un juego mucho más interesante. Solo para fans del género.