Remedios morales para males sociales

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Si muchos problemas sociales tienen origen moral, la religión puede ayudar mucho, dice William Raspberry (International Herald Tribune, 14-II-95).

(…) En Estados Unidos, las Iglesias están continuamente ocupadas en cosas que otras instituciones podrían hacer igual de bien, pero descuidan la misión para la que están cualificadas mejor que nadie: ser el punto de referencia moral.

No se trata de criticar a las Iglesias que dirigen guarderías, programas educativos o promociones de viviendas, sino más bien advertirles que su tarea más importante es inculcar valores morales (…). Puede parecer extraño que diga estas cosas un escritor como yo, que no soy especialmente religioso; pero estoy cada vez más impresionado por dos fenómenos. El primero es la convicción cada vez más extendida de que las mayores carencias de Norteamérica no son políticas o económicas, sino morales. El segundo es el descubrimiento de que los programas sociales de más éxito son aquellos que están impulsados, aunque sólo sea implícitamente, por valores morales o religiosos.

Quien quiera pruebas del primer fenómeno puede encontrarlas en la librerías, donde a Book of Virtues, de William Bennett, y The Moral Sense, de James Q. Wilson, se ha sumado The De-Moralization of America, de Gertrude Himmelfarb. Lo que estos libros tienen en común es la idea de que el remedio de los males del país debe ser, en buena medida, espiritual, o por lo menos moral.

El segundo fenómeno parece demasiado evidente para no verlo: los programas que ayudan a la gente a cambiar de vida, en vez de limitarse a saciar su hambre física, son los programas con fuerte contenido espiritual.

(…) Marvin Olasky, profesor de periodismo de la Universidad de Tejas, cuenta que hace poco deambuló varias noches por las calles de Washington, haciéndose pasar por una persona sin vivienda. Según me dijo, en todos los albergues en los que estuvo le proporcionaron cuantos bocadillos y bebidas pudiera desear. Pero nadie le hizo la pregunta fundamental: cómo se había quedado sin hogar o qué creía él que podría ayudarle a salir de su situación.

¿No es la falta de ayuda espiritual una de las causas de que haya tantos indigentes y también tantos embarazos de adolescentes, tanta drogadicción, tanto fracaso escolar, y todos los demás problemas que solemos considerar provocados principalmente por políticas económicas equivocadas o por el racismo? ¿No sería necesario que las confesiones religiosas se adelantaran a hacer lo que los demás no nos atrevemos a intentar?

«Hemos estado buscando soluciones donde no podíamos encontrarlas -dice Robert Woodson, laico, presidente del National Center for Neighborhood Enterprise-. La crisis no es de servicios recreativos o sociales, ni de poder adquisitivo. Sin duda, nuestros hijos necesitan todo eso, y también trabajo. Pero estas cosas no pueden hacer cambiar, y lo que por encima de todo necesitan nuestros jóvenes es reformarse interiormente».

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