Cada vez más chinos se saltan la ley del hijo único

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La draconiana política antinatalista de un solo hijo por pareja sigue vigente oficialmente en China. Pero, como otros aspectos del sistema, se aplica con menos rigor a medida que la liberalización económica hace más difícil controlar a la población. Y, en diversas zonas del país, los funcionarios permiten que los padres tengan un segundo hijo con tal que paguen la multa.

Entre las libertades reprimidas en China está la de tener los hijos que los padres deseen. A raíz de la política demográfica del hijo único establecida en los años 70, el nacimiento de un segundo hijo se penaliza con multas y pérdida de beneficios sociales. La ley se ha aplicado con más o menos rigor según las épocas y lugares. En las grandes ciudades, como Pekín y Shanghai, se aplica estrictamente, y las sanciones pueden ser la pérdida de empleo y una multa equivalente a tres años de salario. Los campesinos de ciertas regiones pueden tener dos hijos -sobre todo si el primero ha sido una niña-, así como también los miembros de algunas minorías. Entre las secuelas de esta política están el abandono o el infanticio de niñas, los desequilibrios entre nacimientos de varones y mujeres, y la existencia de hijos no declarados.

En la actualidad, el crecimiento económico hace que en muchas partes de China sea más difícil que el Estado controle los medios de vida de la gente, lo cual permite buscar escapatorias para tener más de un hijo. Según informa el corresponsal del New York Times (18-VIII-97), en las ciudades medianas y en el campo cada vez más chinos se permiten no hacer caso de la ley, ya que ni su empleo ni sus medios de subsistencia dependen del Estado. En bastantes casos los funcionarios sólo quieren estar seguros de que se pagará la multa, que puede ser de unos 1.200 dólares, y han renunciado a presiones de otro tipo.

Funcionarios del departamento de planificación familiar declaran que la política demográfica no ha cambiado, pero sí el modo de aplicarla: «Ya no es posible limitarse a amenazar a la gente; hay que persuadirla». Aunque también puede ser que este giro sea simplemente un modo de presentar una imagen más aceptable de China en el extranjero, donde los métodos de control de natalidad chinos han despertado protestas.

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