Mujeres y hombres, arriba y abajo

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Las mujeres están ganando terreno a los hombres en la educación, el empleo, la familia. Mientras, en EE.UU. y Europa se observa un creciente problema social: aumentan los hombres sin educación, solteros y desempleados. La revista The Economist (28-IX-96) analiza estos cambios en un reportaje, del que ofrecemos un resumen.

Las estadísticas recogidas en la revista muestran que los chicos están obteniendo peores resultados académicos que las chicas (salvo en la Universidad, donde ellas están reduciendo su desventaja); que las mujeres son mayoría en los trabajos con mejores perspectivas, mientras que en los sectores en declive predominan los hombres -especialmente los trabajadores menos cualificados-; que los hombres no optan a los trabajos tradicionalmente «femeninos»; y que el trabajo y el matrimonio están relacionados: el desempleo reduce el atractivo de los hombres como futuros maridos.

Además, la observación antropológica indica que los hombres solos y desempleados tienen una conducta más asocial que los casados. El respeto de la ley y el cuidado de la familia son valores que algunos hombres asimilan a través del trabajo y el matrimonio.

Juntando estas circunstancias, se puede plantear si la época de predominio social de los hombres toca a su fin.

El problema es peor para unos sectores de población que para otros. En los últimos treinta años, los profesionales varones se han visto mucho menos afectados por los cambios económicos que otros hombres menos cualificados. A su tradicional papel de sustentadores de la familia han añadido otras actitudes más abiertas y se han ajustado bastante bien a los nuevos cambios sociales y económicos.

En cambio, los hombres con menos formación han resultado más perjudicados. El modelo tradicional de familia, en el que el hombre tiene que trabajar fuera y la mujer cuidar el hogar, es más fuerte, al menos teóricamente, en este segmento social. Teniendo en cuenta que el empleo cada vez se basa más en la formación y la experiencia, los hombres poco cualificados son también los más afectados por el desempleo.

En 1995, en la Unión Europea obtuvieron el certificado de escolaridad 124 chicas por cada 100 chicos. Además, la proporción de chicas que continúan en el colegio después de la edad obligatoria es superior a la de los chicos en todos los países europeos occidentales, salvo Austria y Suiza.

La tasa de mujeres que trabajan sube, mientras la de los hombres baja. En la Unión Europea, el porcentaje de hombres en edad laboral que no trabajan ha subido del 8% en 1968 al 22% en 1993. Para las mujeres la tendencia es la inversa: ha caído del 58% al 44%. En España, en 1982 trabajaban el 27% de las mujeres y ahora trabajan el 36%. Para los hombres, el porcentaje de ocupación ha caído del 71% en 1982 al 63% en 1995.

Todas las previsiones laborales indican que los sectores donde más puestos de trabajo se crearán en el futuro coinciden con aquellos donde predomina la mano de obra femenina. El Departamento de Trabajo estadounidense, por ejemplo, pronostica que los cinco sectores en los que más empleo se creará de aquí al año 2002 serán la atención en residencias, informática y proceso de datos, servicios sanitarios, cuidado de niños y empresas de servicios. Las mujeres son mayoría en todas estas actividades, en porcentajes que oscilan entre el 51% y el 79%. En contraste, los cinco sectores con mayor declive serán el calzado, los astilleros, fabricación de munición, curtido de pieles y material fotográfico. En todos ellos los hombres suponen las dos terceras partes de los trabajadores.

Hay muchas explicaciones para el éxito femenino en los sectores en expansión: las mujeres que trabajan suelen tener mejor formación; permanecen más años en los trabajos; los puestos de trabajo con salarios más bajos son los que más aumentan y las mujeres los aceptan con mayor facilidad que los hombres, quienes aún asumen el papel de sustentadores del hogar; las mujeres tienen con frecuencia las aptitudes sociales necesarias en el sector de servicios. La respuesta lógica de los hombres ante este cambio sería introducirse en los sectores en los que se está produciendo mayor expansión. Sin embargo, en algunos casos no lo hacen porque los consideran trabajos femeninos. Incluso en los países en los que hay mayor igualdad entre hombres y mujeres, como los nórdicos, la segregación sexual sigue existiendo. El porcentaje de enfermeros oscila entre el 5% de EE.UU. y el 11% europeo, a pesar de que es un trabajo bien pagado.

El trabajo no sólo mantiene ocupados a los hombres, sino que además los ata a la familia. El desempleo masculino es una de las primeras causas de disgregación familiar, más que la pobreza. Las familias unidas son el mejor sitio para criar hijos sin problemas. Entre los hijos sin padre, el índice de delincuencia es mucho más alto que entre los que viven en una familia normal. Además, para los hombres, trabajo y matrimonio están muy unidos. Entre los desempleados, el porcentaje de solteros se dispara.

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