¿Se pueden fijar cuotas o techos a la inmigración?

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Los países desarrollados se sienten desbordados por una avalancha de inmigrantes. Para gestionar los flujos migratorios algunos países fijan cuotas o límites cuantitativos. ¿Hasta qué punto es esto eficaz? Este es uno de los temas tratados en el informe anual de la OCDE «Perspectivas de las migraciones internacionales», recientemente publicado.

En 2004, entre 3 y 3,5 millones de inmigrantes, incluidos los que ya tenían un permiso temporal en los países de acogida, se han convertido en residentes permanentes en países de la OCDE.

Hay que tener en cuenta que la entrada de inmigrantes por motivos de trabajo es solo una de las vías posibles de la inmigración. Otras, a veces más importantes, son la reagrupación familiar o las peticiones de asilo, sobre las cuales los poderes públicos solo tienen un control limitado (es lo que la OCDE llama «inmigración no discrecional»). Los gobiernos tienen derecho a exigir a los inmigrantes ya residentes que quieren traer a su familia próxima ciertos requisitos, como disponer de una vivienda adecuada o de la renta conveniente; y a los demandantes de asilo que no hayan pasado antes por un país seguro. Pero estas reglas no pueden ser tan restrictivas que violen las convenciones internacionales que regulan estas situaciones y que los Estados están obligados a aplicar.

El cuadro adjunto muestra que en los países de instalación tradicionales como son Australia, Canadá, Nueva Zelanda y EE.UU., la proporción de «inmigración discrecional» (por motivos de trabajo o de instalación con la familia) supone más del 60% de la entrada de inmigrantes. En el Reino Unido supera también el 51%. En los otros países europeos que figuran en el cuadro las migraciones son principalmente «no discrecionales», en el sentido de que se trata de personas admitidas porque tienen derecho a entrar en virtud de la reagrupación familiar o de un régimen de libre circulación. En Francia, en Italia, en Suecia más del 60% de los inmigrantes legales son cónyuges o hijos de residentes, demandantes de asilo o personas necesitadas de una protección especial.

En todos los países del cuadro, menos de un 25% de los que llegan vienen para trabajar o establecerse. Incluso en EE.UU. la migración por motivos familiares es predominante. Hay que tener en cuenta que EE.UU. autoriza la admisión de parientes con criterios más amplios que otros países.

El informe hace notar que incluso en los países que hacen una selección rigurosa de los inmigrantes en función de sus características personales, menos de un cuarto de estos candidatos son seleccionados directamente. El resto entra en función de otros criterios. Estos datos confirman que buena parte de la entrada de inmigrantes no depende del poder discrecional de los Estados.

A la vez, el informe señala que prosigue la tendencia a la baja del número de las peticiones de asilo, que ha disminuido un 20% entre 2003 y 2004.

Límites cuantitativos

Toda política migratoria activa implica determinar los efectivos de trabajadores a los que se permitirá entrar. Fijar un número límite es solo uno de los métodos. Otro puede ser regular la entrada en función de la situación del mercado de trabajo, si bien las necesidades de mano de obra nunca son fáciles de apreciar.

Basta ver los casos de Italia y de España, donde las necesidades del mercado de trabajo han superado ampliamente lo previsto, a juzgar por las regularizaciones masivas de personas titulares de un contrato de trabajo. En España, las necesidades de trabajadores inmigrantes para el periodo 2002-2004 se cifraban en menos de 100.000, pero las demandas de regularización de personas que en 2005 tenían una oferta de trabajo fueron 700.000.

Otra solución consiste en escoger a los candidatos en función de criterios específicos, que permitan una mejor integración en el mercado de trabajo. Así, varios países han puesto en marcha políticas que favorecen la entrada de trabajadores cualificados que escasean en el país receptor (médicos, enfermeras, ingenieros, informáticos…). Los inmigrantes potenciales que ejercen una profesión de esta lista de trabajos deficitarios, reciben puntos suplementarios a la hora de tramitar su petición en países como Australia o Reino Unido.

Con la fijación de límites se quiere transmitir la idea de que la inmigración es un proceso planificado y ordenado. Pero estos esfuerzos pueden ser vanos si paralelamente se multiplica la inmigración clandestina. El informe indica que estos sistemas de gestionar la inmigración pueden ser poco eficaces si no tienen en cuenta las migraciones existentes por motivos de reagrupación familiar y por razones de asilo, y que constituyen una fuente de oferta de trabajo. «Establecer límites cuantitativos o niveles a alcanzar es un método entre otros, que no es necesariamente fácil de gestionar», concluye el informe.

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