“Los derechos de médicos y pacientes deben ser respetados por igual”

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Cuando conversé personalmente en Madrid con la doctora Katarzyna Jachimowicz, le comenté que teníamos en común un signo muy poco envidiable: haber vivido ambos en países sin libertad. Ella nació en Polonia, entonces satélite de la Unión Soviética, y yo en el satélite caribeño: Cuba. Para mi sorpresa, me dijo que creía que le hablaba de Noruega, país donde vive desde 2010 y donde ha sufrido decisiones que parecen más propias de Estados totalitarios.

El caso de la médica polaca saltó a la prensa meses atrás: en diciembre de 2015, la estatal Clínica de la Familia, del municipio de Sahuerad (en el sur noruego), había despedido a la especialista por negarse a implantar un dispositivo abortivo a una paciente, y ello pese a que, antes de contratarla, sus empleadores le aseguraron que, de verse en una situación de este tipo, podría rechazar hacerlo.

La realidad, sin embargo, es que cuando se presentó la situación, su negativa le costó el despido. Una demanda contra sus empleadores les dio la razón a estos, por lo que Jachimowicz presentó un recurso, y en noviembre pasado el Tribunal de Apelaciones falló a favor de ella. Entendieron los letrados que se había violado la libertad de conciencia de la especialista y que, dado que cualquier otro médico podía haberle implantado el dispositivo a la paciente, no había razón para echarla. La clínica ha presentado, pues, su propio recurso ante el Tribunal Supremo de Noruega, y si su veredicto no es el deseado, el asunto puede llegar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Para la especialista, el veredicto favorable del Tribunal de Apelaciones significa que “el respeto a la conciencia de los médicos está de vuelta en Noruega”

La Dra. Jachimowicz, que pasa unos días en España en compañía de su hija, me comenta que nunca pensó que estaría en el foco de los medios por razón de su trabajo, pero que le parece necesario dar esta batalla.

¿Alguna vez imaginó que podría tener problemas en el ejercicio de su derecho a objetar?

— No. En el momento en que solicité la plaza, me dijeron que los médicos podían acogerse a la objeción de conciencia en su puesto de trabajo. De hecho, conozco a doctores que se negaron a realizar abortos y conservaron su plaza, pues se les autoriza a no participar. Yo llegué a Noruega como especialista en Medicina General, y también recibí esa autorización.

¿Conoce casos a las que los autoridades sí les hayan permitido objetar?

— Sí, a unos 20 médicos tal vez.

Pensó, entonces, que una objeción suya siempre sería respetada…

— Y lo fue por varios años. Yo venía de un país que había sufrido el comunismo, y no pensaba que en una sociedad libre se fuera a pasar por alto la libertad de los médicos.

Hoy, los anticonceptivos; mañana, la eutanasia…

¿La clínica tenía otras posibilidades de actuación, o estaba obligada a despedirla?

— En ningún modo estaba forzada a echarme. De hecho, en una primera reunión conmigo habían reconocido que la objeción no sería un problema, máxime cuando en Noruega es tan difícil encontrar médicos que trabajen en mi área específica. Pero al final eso no les importó.

Usted demandó a la clínica, y una Corte de Apelaciones terminó dándole la razón a usted y ordenándole al hospital que la reincorporara. ¿Qué ha significado ese veredicto?

— Significa que el respeto a la conciencia de los médicos está de vuelta en Noruega. En lo personal, implica un reconocimiento de que mi manera de actuar fue la adecuada. El caso ha demostrado que mis jefes procedieron de modo incorrecto, y ha visibilizado un caso de derechos humanos.

¿Ha vuelto entonces a su trabajo?

— Todavía no. Como ellos han rechazado la sentencia del tribunal y han decidido llevar el caso más arriba, hasta el Tribunal Supremo, quiero regresar posteriormente, solo cuando se resuelva el caso, que no será en pocos meses. Para mí, es importante no apresurarme, sino esperar los tiempos del sistema, para que el resultado sea justo.

“Yo venía de un país que había sufrido el comunismo, y no pensaba que en una sociedad libre se fuera a pasar por alto la libertad de los médicos”

¿Aproximadamente para cuándo debe haber un pronunciamiento?

— Realmente todavía no han dicho si admiten el recurso. A finales de febrero deben decirlo. Pueden aceptarlo o descartarlo. Si la respuesta es afirmativa, el proceso continuaría en junio.

Por último, Dra. Jachimowicz, ¿qué diría a otros profesionales que puedan verse en una situación como la suya?

— Lo primero, que vale la pena hacer su trabajo con apego a lo que les dicta su conciencia. Los médicos no deben tomar decisiones que interfieran en los derechos humanos de sus pacientes, pero los derechos, tanto los de los pacientes como los de los facultativos, deben ser respetados por igual y ambas partes pueden quedar satisfechas. Estoy convencida de ello.

Por otra parte, he tenido un significativo apoyo por parte de otros médicos cristianos en Noruega. Me han hecho sentir que no estoy sola y que todo esto ha sido crucial, no solo para mí, sino para otros profesionales. Y pienso en temas como la eutanasia, en el que se podría obligar a los médicos cristianos a aplicarla, lo que sería un gran problema, un revés para el respeto a la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural.

Quiero subrayar que esta es una lucha que merece la pena librar. Aunque he perdido mi trabajo, aunque ha habido mucha presión mediática y mucha negatividad, y aunque me he visto obligada a buscar un nuevo empleo con un salario menor –pues con 49 años es difícil volver a empezar–, es importante haber podido mantener mis propios valores.

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