Jóvenes polacos: savia nueva para la Unión Europea

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En un artículo publicado en el International Herald Tribune (24 diciembre 2003), el periodista Thomas Fuller retrata a la juventud polaca actual, que aportará algo distinto a la Unión Europea cuando su país ingrese, en mayo próximo.

Fuller empieza esbozando los rasgos de los jóvenes polacos y el contexto en el que han crecido. «Son inquietos, trabajadores y, según un sociólogo polaco, la generación mejor educada de los últimos mil años de historia polaca».

«Millones de polacos nacidos en los últimos años de comunismo están alcanzando la madurez en una sociedad capitalista y muy competitiva que a menudo desconcierta a sus padres. Representan el más reciente baby boom de Europa, una excepción de fecundidad en un continente que tiene muchos menos niños de los necesarios para el relevo de generaciones». En cambio, en Polonia hay unos 9 millones de jóvenes de 15 a 29 años, casi un cuarto de la población.

Estos jóvenes «cambiarán la faz de Polonia»; más aún, «acabarán cambiando el curso de la Unión Europea», afirma Fuller. Pues «los jóvenes polacos son muy distintos de sus coetáneos de Europa occidental: son más religiosos, socialmente conservadores y -quizá más importante- trabajan mucho a cambio de salarios muy inferiores. Gran número de jóvenes luchan por conseguir un puesto de trabajo en un país donde el paro alcanza el 18%, y dicen que están dispuestos a trasladarse al oeste a la primera oportunidad». Claro que, en virtud de los acuerdos de adhesión a la UE, varios países miembros -como Alemania o Austria- no abrirán el mercado laboral a los polacos y a los ciudadanos de los otros nuevos socios hasta dentro de siete años.

En Polonia ya se nota el cambio. Bajo el comunismo, la productividad era baja, la ética del trabajo estaba muy deteriorada y se bebían grandes cantidades de vodka. Los jóvenes de hoy se toman la carrera profesional muy en serio y han hecho bajar mucho el consumo de alcohol. Ponen gran interés en prepararse bien: de 1995 a 2001, la proporción de estudiantes universitarios ha subido el 134%, más que en ningún otro país de la OCDE. Muchos trabajan para costearse los estudios.

Pero el mayor contraste con la juventud acomodada de Europa occidental está en la mentalidad. Según algunas encuestas, «los jóvenes polacos, por lo general, no son partidarios de tener hijos fuera del matrimonio, ni de los matrimonios homosexuales». Además, «conservan su vinculación tradicional con la Iglesia»; algunos los llaman «la generación Juan Pablo II».

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