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Cuando los ciudadanos no participan

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En Estados Unidos, aunque las elecciones nacionales registran una participación bastante baja, el asociacionismo y la iniciativa cívica siempre han sido fuertes. Pero este síntoma de vitalidad social está decayendo. Lo comenta George F. Will en International Herald Tribune (5-I-95).

(…) Desde 1973, el número de norteamericanos que dicen haber asistido el año anterior a alguna reunión pública sobre asuntos de la escuela o de la ciudad ha bajado más de un tercio (del 22% al 13%). La tasa de afiliación a sindicatos ha bajado del 32,5% de la población activa no agrícola en 1953 a más o menos el 15% actualmente. Los miembros de asociaciones de padres y profesores han pasado de 12 millones en 1964 a 7 millones actualmente. Desde 1970 los voluntarios de los Boy Scouts y de la Cruz Roja han descendido un 26% y un 61%, respectivamente. Quizá los cambios económicos determinan en gran medida la evolución de la tasa de sindicación, y los cambios en las posibilidades de la mujer tal vez expliquen el descenso del 59% del número de miembros de la Federación de Clubs de Mujeres desde 1964 y el del 42% de la Liga de Mujeres Votantes a partir de 1969.

Por otra parte, ha habido un crecimiento, en algunos casos espectacular, de la participación en grupos como la Asociación Americana de Jubilados (de 400.000 miembros en 1960 a 33 millones en 1993) o el [grupo ecologista] Sierra Club. Pero los miembros de tales grupos están unidos por un interés común, no unos a otros. (…)

La transformación tecnológica del ocio -el paso, por así decir, del vodevil al vídeo- ha producido una tendencia a la atomización, al aislamiento. Lo mismo ha ocurrido con algunos cambios demográficos: más divorcios, menos niños. (…)

¿Se ha producido un exceso de individualismo? (…) Tradicionalmente, el individualismo norteamericano ha sido compatible con una tendencia a asociarse que ha engendrado un rico caldo de instituciones privadas que median entre el individuo y el Estado.

Tales redes de relaciones crean hábitos de confianza mutua que forman parte del «capital social» que hace posible la cooperación en beneficio recíproco. Esta cooperación es lo que sostiene una sociedad libre. La confianza social y el compromiso cívico marchan a la par. Dado el descenso del compromiso, no es sorprendente que la proporción de norteamericanos que dicen que la mayoría de la gente merece confianza haya bajado más de un tercio -del 58% al 37%- entre 1960 y 1993.

(…) Los «pequeños pelotones» de la sociedad -la familia, en primer lugar, pero también las organizaciones vecinales y cívicas- son vitales para la formación del carácter. Esto no es urgente en una tiranía, donde hay pocas posibilidades de elegir, pero es crucial para el éxito de la democracia.

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