Hacer pronósticos sobre el futuro de China es tarea ardua. Los analistas occidentales han vivido durante mucho tiempo de las ilusiones de Tiananmen, de una época en la que se pensaba que China podía ser otra ficha del dominó que arrastró en su caída a la mayoría de los regímenes comunistas. Pero China era y sigue siendo distinta. Las tesis sobre el desarrollo económico y la paralela ascensión de las clases medias no han demostrado su vigencia. Por el contrario,
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