San Agustín, conmemorado por primera vez en Argelia

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Argelia ha organizado a comienzos de abril un coloquio internacional sobre san Agustín, el primero que se celebra en el norte de África. Lo ha convocado el Consejo Islámico Nacional, con la colaboración de la Universidad de Friburgo (Suiza) y del Instituto Augustinianum de Roma. Han intervenido unos cuarenta conferenciantes internacionales y se ha inscrito un centenar de participantes.

Las ponencias tienen dos hilos conductores: africanidad y universalidad. Se subraya que el obispo de Hipona nació en la Numidia, la Argelia de hoy, y su amplia formación intelectual le hizo más romano que los habitantes de la Urbe y le permitió construir un pensamiento intercultural de máxima influencia a lo largo de los siglos.

El Presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, abrió oficialmente el coloquio. En su intervención, evocó el origen númida de Agustín, y subrayó que su obra puede constituir hoy «una pasarela para establecer, dentro de la diversidad, la concordia entre las sociedades humanas». Buteflika comenzó su mandato en abril de 1999 bajo el signo de la reconciliación, tras un largo período de terrorismo, no erradicado del todo aún, especialmente en las zonas rurales. Desde 1990, se habían producido unos 100.000 muertos. En el verano de 1999 se aprobó la ley de concordia civil, confirmada luego en referéndum popular. Introdujo una amplísima amnistía, que únicamente dejó fuera a los autores de crímenes de sangre o de violaciones.

De ese espíritu de distensión se benefició también la Iglesia católica. Abdelaziz Buteflika llegó a sugerir, con delicadeza, la canonización del que fuera arzobispo de Argel desde 1954 y falleció en 1996. A juicio del Presidente, Mons. Duval, nacionalizado argelino, «estuvo siempre al lado de su pueblo». Fue un hombre cabal, partidario de la independencia, y nunca dejó de denunciar las violaciones de los derechos humanos cometidas por el ejército francés o por el Frente de Liberación Nacional. A pesar de la pervivencia del integrismo islámico, difícilmente se producirían hoy acciones violentas como el asesinato de los siete monjes de la Trapa de Nuestra Señora del Atlas (Thibirine, Argelia), sucedido justamente ahora hace cinco años (27 de marzo de 1996).

Como señala Michel Kubler, enviado especial de La Croix, la participación de personalidades políticas y universitarias locales en el coloquio sobre san Agustín no persigue el diálogo interreligioso ni plantea cuestiones específicamente teológicas. Se centra en la figura del más grande pensador africano de todos los tiempos, para reavivar su memoria y recuperar su herencia humana y cultural. Pero su figura no acaba de entenderse sin el momento decisivo de la conversión al cristianismo, magistralmente descrita en las Confesiones.

En el Coloquio, su biógrafo Serge Lancel presentó la figura de Agustín como la de un hombre de su tierra, de su pueblo y de su Iglesia, que no dudó en defenderlos con su carácter vehemente cuando fue necesario, también frente a la Roma política o católica del final de la Edad Antigua; y, a la vez, como un intelectual de cultura latina, a la que enriqueció decisivamente con sus escritos (cf. La Croix, 3-IV-2001).

La opinión argelina dista lógicamente de la unanimidad respecto de san Agustín. A la prensa en árabe no acaba de gustarle que se enaltezca a «un romano, agente del Imperio». Pero los diarios en lengua francesa aplauden el doble símbolo de la tolerancia agustiniana y de su reencuentro oficial con la tierra que le vio nacer. En cualquier caso, el coloquio constituye un verdadero e inédito acontecimiento cultural.

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