Orwell. Biografía autorizada

TÍTULO ORIGINALOrwell. The Authorised Biography

GÉNERO

Emecé. Barcelona (1993). 516 págs. 3.500 ptas.

Esta biografía de George Orwell demuestra una vez más lo determinantes que pueden ser las lecturas en la trayectoria de un escritor, y en particular las de la infancia y adolescencia. La fascinación de Orwell por los libros le llevó muchas veces a releer Los viajes de Gulliver, de Swift, a entusiasmarse por la vida vagabunda y aventurera de Jack London, a vibrar de entusiasmo con el mundo futurista de H.G. Wells, o a ver la existencia desde el prisma hipercrítico y distante de Bernard Shaw. No es casual que estos dos últimos autores tuvieran en común unos ideales socialistas que influirían en la trayectoria vital de Orwell.

Esta biografía introspectiva describe la existencia de un hombre nacido para la protesta, crítico implacable de las secuelas de esa Inglaterra victoriana, que confundía con demasiada facilidad la moral burguesa con la moral cristiana. Shelden relaciona la azarosa vida de Orwell con sus obras y sabe sacar a la luz el alma de un hombre reservado, pero no por ello menos apasionado. En estas páginas vemos al vagabundo que se mezcla con los pobres intentando conocer mejor sus condiciones de vida, al escritor comprometido que parte a luchar a la España republicana convencido de que ésta es su contribución frente al expansionismo hitleriano, o al locutor de la BBC durante la II Guerra Mundial, que terminaría persuadiéndose de la poca utilidad de sus esfuerzos en pro de la causa aliada.

En todo momento Orwell ofrece la imagen de alguien incapaz de someterse a las normas y menos todavía a las del socialismo. Su socialismo «sentimental» no le hizo abrigar demasiadas ilusiones respecto del comunismo y probablemente tampoco sobre el laborismo. Sus obras más destacadas, Rebelión en la granja y 1984 dieron al escritor una celebridad tardía. Estos alegatos de defensa del individuo frente al Estado eran en el fondo una nostalgia de las cosas pequeñas y aparentemente triviales de la vida. Más allá de los programas políticos y las grandes utopías, Orwell trataba de buscar algún sentido a la vida, pero era consciente de que «los seres humanos quieren ser buenos pero no demasiado y tampoco siempre». Por eso no hay en sus últimas obras una perspectiva esperanzada. En ellas, sobre todo en 1984, el futuro tiene el feo rostro del «mundo feliz» de Huxley, pero tras sus páginas está latente la nostalgia de lo sencillo.

Antonio R. Rubio

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