Los judíos en España

Joseph Pérez

GÉNERO

Marcial Pons. Madrid (2005). 360 págs. 20 €.

En las primeras páginas de «Los judíos en España», Joseph Pérez plantea su objetivo de elaborar una síntesis sobre el tema judío y sefardí, apoyándose en investigaciones propias y en una interesante revisión historiográfica. Para ello clarifica, en primer lugar, una serie de expresiones habitualmente empleadas como sinónimos pero que guardan significados muy diversos. Distingue el antisemitismo (odio a una raza) del antijudaísmo (desprecio a los fieles de una religión) y, dentro de éste, el antijudaísmo doctrinal, que busca la discusión teológica, del antijudaísmo popular, catalizador de problemas económicos y sociales y que hace de los judíos el chivo expiatorio en momentos de crisis.

Será precisamente el antijudaísmo popular el más presente en la historia de España y el que, en última instancia, resultaría decisivo para el decreto de expulsión de 1492. Hay que tener en cuenta que, en la Edad Media, la religión no es una simple cuestión individual, sino un elemento configurador del Estado. Para los reyes de España, como para todos los soberanos europeos, la cohesión del cuerpo social exige una ley, una fe, un rey. Este principio requiere, por tanto, la asimilación de las comunidades minoritarias, como eran los judíos, a la cultura dominante, considerada consustancial al concepto de nación. A la reflexión teórica, el autor añade el análisis de los datos acerca de la expulsión: en virtud del decreto de los Reyes Católicos, abandonaron España unos 50.000 judíos, apenas un 2% de la población total de la Península. El drama humano de una emigración forzosa hacia un destino incierto no tuvo las consecuencias económicas catastróficas que determinadas corrientes historiográficas han imputado a la expulsión.

La presencia de lo judío y de los judíos en España ha recorrido, en palabras de J. Pérez, tres grandes etapas. La primera se refiere a las edades Antigua y Media, donde una parte de los habitantes de los reinos cristianos y de Al-Andalus eran judíos y formaban parte de la sociedad, más como un elemento extraño pero necesario que como ciudadanos de pleno derecho. El mito de las tres culturas fue más una difícil coexistencia que una feliz convivencia.

A partir del año 1492 se abre una nueva etapa: una España en la que incluso se intentaba borrar toda huella del pasado judío y en la que el problema de conversos y criptojudíos cristaliza en una división social entre cristianos viejos y recién bautizados. Estos últimos serán el objetivo prioritario de las actuaciones del tribunal del Santo Oficio.

Una tercera etapa, situada a mediados del s. XIX, supone el descubrimiento por parte de las tropas españolas que luchan en Marruecos de una población judía sefardí que conserva como lengua un castellano arcaizante y que mira con nostalgia hacia la patria perdida.

A partir de aquí, algunas de las páginas más interesantes del estudio son las referidas a la relación de Franco con los judíos, tanto durante la guerra civil como a lo largo de todo su régimen. La repetida invocación de Franco al complot judeo-masónico-bolchevique es acorde con el antijudaísmo tradicional -de signo católico y conservador- más que con el antisemitismo de los nazis. A pesar de estas declaraciones ideológicas, Franco se resistió a aplicar en España el antisemitismo nazi.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la actitud de Franco hacia los judíos perseguidos evolucionó hacia una postura más prudente a partir de 1943, cuando ya podía anticiparse la victoria aliada.

Hay que distinguir, no obstante, entre la postura oficial del régimen y la actuación individual de numerosos diplomáticos españoles. Éstos mantuvieron un comportamiento ejemplar para aliviar la suerte de los judíos en los países ocupados por los nazis, logrando salvar a miles de ellos de los campos de exterminio.

El estudio de Joseph Pérez presenta una aproximación rigurosa y atractiva a la cultura sefardí. Raras veces una comunidad expulsada ha mantenido semejante fidelidad a sus orígenes. Por parte española, la expulsión de los judíos se percibe aún hoy como un episodio vergonzoso de nuestro pasado.

Margarita Sánchez

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