Algo va mal es la última obra de Tony Judt, fallecido en agosto de este año, a los 62, de esclerosis. Judío poco convencional, llegó a defender para el Oriente Medio un Estado común a judíos y palestinos. Hombre de izquierda, siguió con detalle la evolución de esta sensibilidad en los últimos decenios, anotando el abandono de ideales, el pragmatismo, la desorientación y la dispersión.
Con todo, Judt sostiene en este libro que la socialdemocracia tiene aún un futuro en Europa y en Estados Unidos (allí se llaman liberales) con tal de que se empeñe en defender lo que siempre se ha llamado justicia social (hace un gran elogio de León XIII por atreverse donde otros no lo hicieron).
Judt piensa que la izquierda actual ha cedido demasiado ante los defensores del libre mercado, sin combatir sus manifiestas injusticias. Anota, con datos fehacientes, que en los últimos treinta años las diferencias entre pobres y ricos, en vez de amortiguarse, se han acentuado. En algunos apuntes es contradictorio. Así, al mismo tiempo que apunta a que estamos en una época “post-religiosa”, no duda en afirmar la fuerza de los ideales religiosos cuando son presentados con vigor. “El asombroso poder de atracción -escribe- del difunto papa Juan Pablo II para los jóvenes tanto católicos como no católicos debería hacernos pensar: los seres humanos necesitamos un lenguaje en el que expresar nuestros instintos morales”.
Muchas de sus anotaciones son ampliamente compartidas hoy por encima de las ideologías: la despreocupación política de la mayoría de los ciudadanos; el individualismo a corto plazo de gran número de gente joven; la cansina insistencia en la identidad particular en perjuicio de la universalidad; la falta de calidad en la mayoría de los líderes políticos…
Lo que late en el fondo de este libro es la antigua y perpetua realidad de que la política, sin moral, es una degeneración. Ignoro si Judt conocía la célebre frase de San Agustín en La ciudad de Dios, pero sirve como resumen de este breve y preciso libro: “Si se quita la justicia, ¿qué son los reinos sino grandes latrocinios?”.