La vida de Fernando, un silencioso profesor universitario de Geografía, cambia drásticamente cuando su mujer desaparece sin dejar rastro. Absolutamente desolado, decide también huir y suplantar la identidad del jardinero de una quinta portuguesa.
Avelina Prat retoma algunos de los temas de su ópera prima Vasil. La película habla de las raíces, de la inmigración, de la identidad y del valor de las cosas sencillas. También como en Vasil, pueblan la historia personajes buenos y vulnerables, personas que tratan de hacer el bien aunque son conscientes de sus errores y limitaciones.
Estamos ante una cinta algo lánguida, excesivamente lenta en algunos tramos, con muchas elipsis en la construcción de los personajes, pero que se va haciendo más sólida a medida que avanza el metraje. Es una película que va de menos a más. En el último tramo la historia cobra más sentido y las subtramas de relación muestran personalidad y fuerza. Probablemente es este final, unido a las buenas interpretaciones, el que arrancó el aplauso del público en el pasado festival de Málaga.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta