Sara apenas tiene 25 años, pero ya está cumpliendo el sueño de grabar un disco de jazz en Nueva York. Una llamada repentina le anuncia que su padre acaba de morir en su pueblo natal en Huesca. El regreso al hogar le planteará dudas sobre su futuro y la granja de ovejas que dejó su padre y que atiende su hermana.
Nacida en Valdepeñas en 1988, Gala Gracia creció en Benabarre, un pueblo de Ribagorza (Huesca). Después de estudiar Comunicación Audiovisual en Madrid, hizo un postgrado en dirección y guion en Londres. Su historia es la de tantos jóvenes que han nacido y vivido en un ambiente muy diferente en el que se han desarrollado como personas. Y también la de unos cuantos directores primerizos que han empezado por contarse a sí mismos aprovechando los lugares originales como localizaciones de rodaje. Tanto la granja como el paisaje y las ovejas xisqueta (una especia autóctona de la Franja, entre Cataluña y Aragón), componen un entorno simbólico sobre el paso del tiempo, los lazos familiares que pueden enraizar pero también atar, y la identidad personal.
Laia Manzanares (Asuntos internos, La canción) y Ángela Cervantes (La furia, La maternal) hacen una composición dramática muy sutil de las dos hermanas, con un desarrollo contenido en los gestos y una interpretación muy creíble de los diferentes grados de inmersión en la vida rural de sus personajes. La directora y guionista muestra esa vida del campo con realismo, mostrando a la vez las exigencias, pero también la belleza de una naturaleza que se puede tocar en cada plano.
La película requiere entrar en esa pausa contemplativa que a veces puede resultar algo ardua en su recorrido, pero que termina por concluir en acertadas sugerencias sobre las decisiones que marcan el paso definitivo a la vida adulta.