Reunificación en el seno de la Iglesia ortodoxa rusa

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En la misma catedral de Cristo Salvador de Moscú, que fue derribada por orden de Stalin y reconstruida en la década de 1990 tras la caída del comunismo, se firmó el pasado 17 de mayo el Acta Canónica que reunifica a la Iglesia ortodoxa rusa en el exterior con la Iglesia ortodoxa rusa, con cabeza en Moscú.
Tras la revolución comunista, los fieles y sacerdotes ortodoxos que apoyaron al zar Nicolás II tuvieron que exiliarse por las persecuciones y formaron una rama de la Iglesia ortodoxa rusa en Serbia. En 1927, el Patriarcado de Moscú hizo una declaración de lealtad al régimen soviético, provocando la ruptura de los exiliados, que trasladaron a Nueva York la sede de la nueva Iglesia ortodoxa rusa del exterior.
Ochenta años después, ha llegado la reconciliación firmada por Alexis II, patriarca de Moscú, y el metropolita Lavr, de la Iglesia ortodoxa del exterior. Es una “comunión canónica”, lo que significa que ambas Iglesias reconocen las respectivas jerarquías religiosas y celebraciones y la Iglesia ortodoxa rusa en el extranjero aceptará la autoridad final del patriarca de Moscú, sellada en el gesto de besar Lavr la mano de Alexis II. El presidente Putin también asistió al multitudinario acto y, tras besar un icono, afirmó que “el restablecimiento de la unidad de la Iglesia es una condición importante para redescubrir la unidad perdida del pueblo ruso”.
Dos tercios de los 142 millones de ciudadanos rusos son ortodoxos, a los que se añaden millones de fieles en las antiguas repúblicas soviéticas. La Iglesia ortodoxa rusa en el exterior reúne cientos de miles de fieles en Alemania, Reino Unido, Australia, Ucrania, Rusia y Estados Unidos. Sólo en este último país tiene jurisdicción sobre 480.000.

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