Problemas mundiales que preocupan a Benedicto XVI

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En el discurso que Benedicto XVI dirigió el día 7 a los embajadores acreditados pueden destacarse los siguientes aspectos:

Desarme. Benedicto XVI recordó que “no se puede construir la paz cuando los gastos militares sustraen enormes recursos humanos y materiales a los proyectos de desarrollo, especialmente de los países más pobres”. También se felicitó por el hecho de que hubiera sido ratificada la “Convención sobre las bombas de racimo, documento que tiene también el propósito de reforzar el derecho internacional humanitario” (entre los países que no lo han firmado están EE.UU., Rusia, China e Israel).

Pobreza. Evocó los problemas de “tantas personas y familias afectadas por las dificultades y las incertidumbres que la actual crisis financiera y económica ha provocado”. Indicó que “es urgente adoptar una estrategia eficaz para combatir el hambre y favorecer el desarrollo agrícola local, más aún cuando el porcentaje de pobres aumenta incluso en los países ricos.”

Fundamento de los Derechos Humanos. Al recordar su discurso en la sede de Naciones Unidas a los 60 años de la Declaración universal de los derechos humanos, Benedicto XVI dijo que “quise poner de relieve que este documento se basa en la dignidad de la persona humana, y ésta a su vez en la naturaleza común a todos que trasciende las diversas culturas.”

Laicidad. Recordando su viaje pastoral a Francia, repitió que “una sociedad sanamente laica no ignora la dimensión espiritual y sus valores, porque la religión no es un obstáculo, sino más bien al contrario un fundamento sólido para la construcción de una sociedad más justa y libre.”

Ataques contra los cristianos. Benedicto XVI lamentó “los graves ataques de los que han sido víctimas, el año pasado, millares de cristianos”, especialmente en Irak y en la India. Pidió “a las autoridades civiles y políticas que se dediquen con energía a poner fin a la intolerancia y a las vejaciones contra los cristianos, que intervengan para reparar los daños causados, en particular en los lugares de culto y en las propiedades; que alienten por todos los medios el justo respeto hacia todas las religiones”.

En 2008, en la India, en particular en el Estado de Orissa, según datos de la Conferencia Episcopal de ese país, la violencia de radicales hindúes contra los cristianos ha provocado 81 muertos, más de 40.00 desplazados, 4.677 casas destrozadas, 236 iglesias y 36 conventos destruidos o seriamente dañados.

A otro nivel, expresó también su deseo de que “en el mundo occidental no se cultiven prejuicios u hostilidades contra los cristianos, simplemente porque, en ciertas cuestiones, su voz perturba.” Advirtió que “el testimonio del Evangelio es siempre un ‘signo de contradicción’ con respecto al ‘espíritu del mundo’” y que el Evangelio “es un mensaje de salvación para todos y por esto no puede ser confinado en la esfera privada”.

Paz en Medio Oriente. Destacó especialmente el recrudecimiento de la violencia en Palestina, “que ha provocado daños y sufrimientos inmensos entre las poblaciones civiles”. Benedicto XVI insistió en que “la opción militar no es una solución”. “Deseo que, con el compromiso determinante de la comunidad internacional, la tregua en la franja de Gaza vuelva a estar vigente, ya que es indispensable para volver aceptables las condiciones de vida de la población, y que sean relanzadas las negociaciones de paz renunciando al odio, a la provocación y al uso de las armas.”

No hizo ninguna mención a su anunciado viaje a Tierra Santa, previsto para este año, a diferencia de la referencia que luego haría a su próximo viaje a África.

Respecto a otros problemas de la región, afirmó que “es preciso dar un respaldo convencido al diálogo entre Israel y Siria y, en el Líbano, apoyar la consolidación en curso de las instituciones”. Animó a los iraquíes a “pasar página y mirar al futuro con el fin de construirlo sin discriminaciones de raza, de etnia o religión.” Y, por lo que concierne a Irán, “no debe dejarse de buscar una solución negociada a la controversia sobre el programa nuclear”.

Asia. Como muestras de progreso en la solución de conflictos señaló “la reanudación de nuevas negociaciones de paz en Mindanao, en Filipinas, y en el nuevo curso que están tomando las relaciones entre Pekín y Taipei”.

Pidió luego “la aplicación del principio de libertad religiosa en toda su extensión”. En este contexto, mencionó la situación en Asia Central donde “es importante que las legislaciones sobre las comunidades religiosas garanticen el pleno ejercicio de este derecho fundamental. Hay que recordar que recientemente se ha aprobado una ley restrictiva en Kazajstán. Como para disipar recelos, dijo que “las comunidades cristianas que viven en Asia a menudo son pequeñas desde el punto de vista numérico, pero desean ofrecer una contribución convencida y eficaz al bien común, a la estabilidad y al progreso de sus países”.

África. En espera de la visita que realizará dentro de algunos meses a Camerún y Angola, llamó la atención sobre el drama de los refugiados y de los desplazados en Somalia, en Darfur y en la República Democrática del Congo. Mencionó el caso de Zimbabwe, donde “la situación es crítica y es necesaria gran cantidad de ayuda humanitaria”. Y se alegró de que “los acuerdos de paz de Burundi han proporcionado un rayo de esperanza a la región.”

Latinoamérica. En el problema de la emigración, expresó el deseo de que “las legislaciones tengan en cuenta las necesidades de los que emigran facilitando el reagrupamiento familiar y conciliando las legítimas exigencias de seguridad con las del respeto inviolable de la persona”. También alabó “el compromiso prioritario de ciertos gobiernos para restablecer la legalidad y emprender una lucha sin cuartel contra el tráfico de estupefacientes y la corrupción.” Y auguró que “la reciente firma del acuerdo entre la Santa Sede y Brasil facilite el libre ejercicio de la misión evangelizadora de la Iglesia y refuerce todavía más su colaboración con las instituciones civiles”.

Niños no nacidos. Al término del recorrido por situaciones de sufrimiento, recordó que “los seres humanos más pobres son los niños no nacidos”, y aludió a otros pobres, como los enfermos y las personas ancianas abandonadas, las familias divididas y sin puntos de referencia. “La pobreza -dijo- se combate si la humanidad se vuelve más fraterna compartiendo los valores y las ideas, fundados en la dignidad de la persona, en la libertad vinculada a la responsabilidad, en el reconocimiento efectivo del puesto de Dios en la vida del hombre.”

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