El odio religioso afecta fundamentalmente a la comunidad cristiana, sobre todo a la de unos pocos países del este de África, Oriente Medio y sur de Asia, aunque también en otras zonas existen formas de discriminación más o menos disimuladas. La respuesta de los cristianos es casi siempre pacífica, y al mismo tiempo pragmática. Que los cristianos son el grupo religioso más perseguido en el mundo es algo conocido, aunque no siempre los medios den la suficiente visibilidad al problema.
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