Gérard Depardieu pone voz a «Las Confesiones» de San Agustín

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Una sugerencia del Papa Juan Pablo II durante la celebración del Jubileo de los actores en el año 2000 ha llevado al actor francés Gérard Depardieu a poner en marcha una serie de lecturas públicas de Las Confesiones de San Agustín. El pasado 9 de febrero, la catedral de Notre-Dame de París acogía la primera de las sesiones que Depardieu pretende trasladar más adelante a diversos espacios religiosos -templos, mezquitas y sinagogas-, con el objetivo de mostrar a otros «la luz y la verdad de Agustín», por la que se ha sentido removido.

La sugerencia del Papa y una propuesta concreta del Card. Poupard, también presente en aquel encuentro, llevaron al actor a comenzar una particular difusión de la obra más famosa de San Agustín, en la que se encuentran «respuestas a nuestras cuestiones más íntimas y se calman nuestros interrogantes más dolorosos», según asegura el propio Depardieu en una entrevista concedida a La Croix (5-II-2003). «Cuando uno recobra la paz, y las palabras y la energía de Agustín te invaden, uno se encuentra no con un sabio, sino con un hombre vivo. ¿Por qué no compartir este descubrimiento?».

La lectura de San Agustín, dice Depardieu, le ha servido «para reconciliarse con la Biblia» y comenzar un proceso de evolución interior, que todavía no ha terminado. Aunque dejó la escuela a los 13 años y las clases de Catecismo poco antes de la primera comunión, el artista francés reconoce que «siempre le ha acompañado la presencia del misterio» y que «sin conocer y ni siquiera saber nada, tenía fe». La lectura de El peregrino ruso, obra literaria que le acompañó desde su adolescencia, hizo que «tuviera siempre en el fondo de mi ser esta súplica: ‘Señor Jesús, ten piedad de mí’, que respiraba y que me quitaba todos los temores. Sin saberlo, me encontraba lleno de espiritualidad».

Para Depardieu, «San Agustín representa la cuestión del porqué. Es el misterio de la vida. Me encanta la voz de San Agustín, su palabra meditativa, la sonoridad que desprende» (Le Monde, 9-II-2003). Tras un primer deslumbramiento y con la intuición de lo que podría ser el desarrollo del montaje, Depardieu recibió una colaboración decisiva, la del filósofo André Mandouze, profesor de La Sorbona y profundo conocedor de la obra del obispo de Hipona, en la que investiga desde hace más de sesenta años.

La iniciativa de Mandouze y Depardieu busca revelar la oralidad de la obra, puesto que Las Confesiones fueron concebidas para ser recitadas mucho antes de ser escritas, tarea que se realizó entre los años 397 y 400.

El trato personal de Agustín con Dios, que va desde el tuteo a la cólera, fue el punto de partida. «Quería empezar por la cólera y acabar por el éxtasis y André llegó en un buen momento para mostrarme el camino», declara el actor, quien recuerda cómo los márgenes del texto que utiliza están llenos de comillas con las que el profesor le reenvía a las fuentes originales de la Biblia.

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