¿Es el Papa Francisco un Papa “frío” con los Estados Unidos? Esta es una de las preguntas que los medios de este país se hacen cuando faltan pocos días para el inicio de su primera visita a la nación que, se quiera o no, lidera el mundo occidental. Al mismo tiempo, el Papa Francisco es el primer pontífice latinoamericano, y es hijo de emigrantes. Y visita una Iglesia en la que los hispanos tienen cada vez más fuerza.
El Papa Francisco no ha estado nunca en Estados Unidos. Desde luego no como pontífice. Pero tampoco como cardenal, arzobispo de Buenos Aires, o provincial de los jesuitas. Ni siquiera como estudiante.
Esto sorprende cuando se piensa en los últimos papas: como prefecto de la Doctrina de la Fe, el cardenal Ratzinger mantuvo continuos contactos con líderes eclesiásticos norteamericanos y viajó a esta nación, por la que ha manifestado su simpatía, ya que aprecia que sea un país nacido y fundado “sobre la verdad evidente de que el Creador ha dotado a cada ser humano de derechos inalienables”. En cuanto a san Juan Pablo II, siendo arzobispo de Cracovia fue varias veces a Estados Unidos, sobre todo para estar con la emigración polaca, y en 1976 pasó allí un verano por motivos pastorales y académicos. Y no se puede dudar de su afecto, correspondido por los norteamericanos: tres presidentes estuvieron en sus funerales.
El viaje tendrá mucho acento latino, porque la comunidad hispánica tiene cada vez más peso en la Iglesia católica en Estados Unidos
Falta de sintonía
La posible frialdad del Papa Francisco nace, según algunos, de su origen –el papa es argentino– y de su opinión crítica de los excesos del capitalismo. Que a su vez provoca distancia entre los norteamericanos. La visión del pontífice de que el sistema económico global centrado en maximizar los beneficios está destruyendo a los pobres y el medio ambiente ha levantado ampollas en un país considerado la sede mundial del capitalismo. “Está claro que el Papa ve a los Estados Unidos como parte del problema, tanto como de la solución”, dice John Allen, comentarista de temas eclesiásticos, quien considera que muchos de los principales críticos del Papa Francisco “son norteamericanos, tanto dentro como fuera de la Iglesia”.
Según uno de los principales consejeros del pontífice, el argentino monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, el Papa es consciente de su falta de sintonía con los Estados Unidos, aunque no se puede afirmar que les tenga antipatía. Admira Norteamérica –dice Mons. Sánchez Orondo– por los principios de los Padres Fundadores, que influyeron en el movimiento de independencia de Argentina. Pero también es cierto que en su visión pesan las repercusiones negativas de algunas políticas de EE.UU. en Latinoamérica.
Cuando el capital se convierte en ídolo
En su reciente viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay, el Papa Francisco ha hecho una crítica muy dura del capitalismo desenfrenado. Se refirió a “las múltiples exclusiones e injusticias” en la actividad laboral, en cada barrio, en cada territorio (…) realidades destructoras que responden a un sistema que se ha hecho global, que “ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza”.
Después vino la frase quizá más citada por la prensa cuando se refirió a “eso que Basilio de Cesárea –uno de los primeros teólogos de la Iglesia– llamaba ‘el estiércol del diablo’, la ambición desenfrenada de dinero que gobierna. (…) Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre (…)”
Estas palabras han alarmado a más de uno en Estados Unidos. Pero, para el Papa, no se trata más que de la doctrina de siempre: “Lo que he dicho a los movimientos populares es un resumen de la doctrina social de la Iglesia”, respondió al periodista que le preguntaba sobre el tema en el vuelo de regreso a Roma.
Porque, como explica el economista Antonio Argandoña, las críticas del Papa al capitalismo “no iban dirigidas al libre mercado, ni a la libre empresa, ni a la libertad de iniciativa, sino a las motivaciones de sus protagonistas, concretamente a lo que él llamaba la lógica de las ganancias a cualquier costo”. “Me parece –explica Argandoña en el artículo “El capitalismo, la pobreza y el Papa Francisco”– que lo que está diciendo Francisco es que ese formidable sistema económico, que ha traído una prosperidad sin precedentes al mundo capitalista, se ha pasado de rosca, y ha empezado un tortuoso camino que no puede acabar bien, si no rectificamos a tiempo. Y rectificar no es cuestión de impuestos, ni de gasto social, ni de regulaciones, ni de más Estado, ni de planificación comunista, sino de cambio de valores. El Papa lo dice claramente: ‘dolorosamente sabemos que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir. Hay que cambiar el corazón’”. Lo que falla en el sistema, concluye el profesor Argandoña, “no es el mercado, sino la cultura y la ética”.
Su opinión crítica de los excesos de capitalismo es vista por algunos como una visión negativa del modelo americano
Los pobres, primero
Dando por descontado que las afirmaciones del Papa sobre temas de justicia social están en continuidad con todo el Magisterio desde la Rerum novarum de León XIII en 1891, la cuestión es por qué este Papa insiste en estos temas. Para Allen, hay que ver su background: “como primer Papa procedente del mundo en vías de desarrollo, Francisco trae consigo una especial preocupación por la pobreza, del mismo modo que las fases más tempranas del pontificado de Juan Pablo II estuvieron centradas en el comunismo, y las de Benedicto XVI en el relativismo”.
Claro que esto le está costando en números de popularidad en Estados Unidos. Según una encuesta de Gallup de julio de este año, el 59 por ciento de los norteamericanos piensan favorablemente sobre Francisco, mientras que el año pasado eran el 76 por ciento. Los que más han cambiado de opinión sobre este papa son los conservadores, de los que ahora solo el 45 por ciento le son favorables, mientras que el 68 por ciento de los liberales están a su lado. Siguiendo con los sondeos, los católicos están a favor de modo masivo –el 89 por ciento–. El 80 por ciento de los católicos piensan que el Papa comprende sus necesidades, y dos tercios creen que el Papa Francisco hará que la gente vuelva a la fe.
Encuentro con las familias
El motivo específico del viaje es el Encuentro Mundial de las Familias, que tendrá lugar en Filadelfia. El Papa tomará parte en la Fiesta de las Familias y la Vigilia de Oración el sábado 26, y presidirá la Misa del domingo 27 de septiembre. Según el arzobispo de Filadelfia, monseñor Chaput, se espera que 700.000 personas tomen parte en los actos del sábado y un millón en los del domingo. Los Encuentros Mundiales de las Familias fueron creados por Juan Pablo II y se celebran cada tres años desde 1994.
Pero los días de Filadelfia constituyen la parte final de la visita. El Papa Francisco entrará en Estados Unidos por la capital, Washington, a donde llegará el 22 de septiembre procedente de Cuba. El 23 visitará al presidente Obama en la Casa Blanca y canonizará a Fray Junípero Serra en el Santuario nacional de la Inmaculada Concepción. El jueves 24 hablará al Congreso de los Estados Unidos, primer papa en la historia que se dirigirá a congresistas y senadores en sesión conjunta, y viajará a Nueva York, donde al día siguiente pronunciará un discurso en las Naciones Unidas y tendrá un encuentro interreligioso en el memorial de Ground Zero. Por la tarde celebrará la Misa en el Madison Square Garden. El sábado por la mañana se desplazará a Filadelfia.
En el programa del viaje figuran algunos actos especiales, como el encuentro con los “sin techo” de Washington y la visita a una escuela católica de Harlem (Nueva York) donde se reunirá con niños y familias inmigrantes. También será importante el discurso que hará en el Independence Mall de Filadelfia a la comunidad hispánica y otros inmigrantes.
Un viaje con acento latino
El viaje tendrá mucho acento latino, no solo porque el Papa pronunciará varios discursos en español –y es de esperar que improvise en su lengua madre–, sino también porque la comunidad hispánica tiene cada vez más peso en la Iglesia católica en Estados Unidos.
Como le gusta recordar al arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gómez, en su diócesis cada año se bautizan más de 100.000 niños, la mayoría hijos de hispanos, lo que supone un número superior al de los niños católicos bautizados en Nueva York, Chicago, Washington y Filadelfia juntos. “El centro de gravedad del catolicismo en los Estados Unidos se está desplazando de Este a Oeste y de Norte a Sur”, concluye el arzobispo de Los Ángeles. En el 2013, en Estados Unidos fueron bautizados en la Iglesia católica 713.302 niños, mientras que en el mismo año lo hicieron otros 64.121 menores de edad y 38.042 adultos. Las “aceptaciones en la comunión completa” fueron 66.413. En los seminarios norteamericanos se enseña el español, mientras que a los cerca de 500 sacerdotes que se ordenan cada año se añaden otros 300 procedentes de otros países, muchos de ellos latinoamericanos.
El ascua y la sardina
Dentro de la propia Iglesia estadounidense también hay polarización en torno el viaje. Y los activistas de uno y otro campo intentan captar la atención del pontífice. Como prácticamente todos los católicos norteamericanos lo aprecian mucho, un mínimo acento del Papa Francisco a un tema u otro, “un guiño del Papa, podría generar un maravilloso efecto en el campo de la visibilidad, y los grupos eclesiales se preparan para conseguirlo”, dice un artículo de Crux, una pagina web del Boston Globe.
El Women’s Ordination Conference, por ejemplo, ha organizado en Filadelfia una reunión internacional días antes de la llegada del Papa, dispuestas a sacar a relucir el asunto de la ordenación de mujeres.
También estarán en Filadelfia representantes de Equally Blessed, una coalición de organizaciones pro derechos LGTB que quiere que la Iglesia sea más abierta hacia estos grupos, e incluya el sacramento del matrimonio para parejas del mismo sexo. En total, vendrán 12 familias católicas de los mismos. “El principal fin de nuestra peregrinación es asegurar que la voz de los católicos LGTBQ y nuestras familias serán escuchadas en un momento en el que hay mucha atención a los temas de la familia en la Iglesia”, dice Marianne Duddy-Burke, directora de una de estas organizaciones.
Como suele ocurrir en estos casos, lo más probable es que estos grupos encuentren mayor eco en la prensa. Pero la realidad es que otras muchas organizaciones y fieles que sostienen la doctrina de la Iglesia movilizan a mucha más gente.
Por otra parte, Fr. Frank Pavone, director de Priests for Life, una organización de sacerdotes en defensa de la vida, espera que el Papa Francisco se refiera a este tema. “Aunque no sea así, la gente puede pensar que el Papa se está olvidando del aborto. Por esto, nuestro papel es insistir con cortesía sobre la prioridad de defender a los no nacidos”.