El Papa nombra un obispo para la atención de los hebreos católicos de Tierra Santa

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Juan Pablo II ha nombrado al benedictino Jean-Baptiste Gurion obispo auxiliar del Patriarca Latino de Jesusalén, encargándole la atención pastoral de los fieles católicos hebreos existentes en el territorio. El padre Gurion, de 68 años, se convirtió al catolicismo a los 23 años, cuando estudiaba medicina en París, y fue ordenado sacerdote nueve años después.

El nombramiento ha sido interpretado por algunos comentaristas de prensa como un intento para contrapesar con un hebreo la figura del patriarca de Jerusalén, Michel Sabbab, que es palestino. El proprio Gurion ha rechazado esa interpretación política que lo contrapone al patriarca, quien por otra parte ya lo había nombrado en 1990 vicario episcopal y presidente de la Obra de Santiago de Jerusalén, una institución creada en 1955 para la atención de las comunidades cristianas de lengua hebrea. «Es evidente -ha declarado Gurion a Radio Vaticano- que la cultura árabe y la hebrea son dos mundos distintos, pero eso es todo: entre ambas comunidades católicas no hay sospechas recíprocas». Al margen de las distancias culturales y sociológicas, la diferencia esencial, subrayó en una reunión celebrada en 2002, es que la comunidad de origen hebreo «no sufre las restricciones públicas y económicas a las que están sometidas las comunidades palestinas».

Desde hacía tiempo se sentía la necesidad de crear una estructura eclesiástica adecuada para responder a las necesidades pastorales y también para dar mayor «visibilidad» a la presencia en Tierra Santa de católicos de origen hebreo. No existen datos concretos sobre el número de personas que integran esa comunidad, pues los fieles provienen de orígenes diferentes, entre los que destacan los inmigrantes de la ex Unión Soviética. En todo caso, es una comunidad reducida, cuyos núcleos principales se encuentran en Jerusalén, Tel Aviv, Haifa y Beer-Sheva.

Además de la atención pastoral, Gurion destaca que otra tarea específica de los católicos hebreos es ser «fermento de justicia y de paz», junto con los cristianos palestinos. Y colaborar en el redescubrimiento de lo que une al judaísmo con el cristianismo. En este sentido, señala que la peregrinación de Juan Pablo II a Tierra Santa, en marzo de 2000, supuso un radical cambio de perspectiva: «el Papa dió un testimonio de humildad, de verdad y de apertura de corazón, revelando al mismo tiempo a la sociedad israelí un rostro de la Iglesia hasta entonces totalmente desconocido. Toca a nosotros dar continuidad al testimonio del Santo Padre».

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