El jurista Robert Bork, converso a los 76 años

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Hace unos meses, el juez norteamericano Robert Bork, que era presbiteriano, fue recibido en la Iglesia católica. Poco después contó algunos detalles de su conversión en una entrevista para el semanario National Catholic Register (10-16 agosto 2003).

El juez Robert Bork, que fue subsecretario de Justicia y propuesto para el Tribunal Supremo por el presidente Reagan en 1987 (pero el Senado denegó el nombramiento), ingresó en la Iglesia católica el pasado 21 de julio. Bork es, a sus 76 años, miembro del American Enterprise Institute y del Hudson Institute. Fue profesor de Derecho en Yale de 1962 a 1981.

«Me casé en 1952. Mi mujer murió en 1980 y volví a casarme en 1982. Me he acercado a la Iglesia católica a través de mi segunda mujer, Mary Ellen, que había sido monja durante quince años. Yo no conocía a sacerdotes o monjas. Tenía muchos amigos católicos, pero nunca tratamos temas religiosos, aunque un par de veces les acompañé a misa en mi adolescencia y cuando estaba en la universidad. Pasé muchos años sin ir a la iglesia hasta que empecé a acompañar a Mary Ellen a la misa del domingo».

Preguntado por el origen de su interés por el catolicismo, Bork recuerda: «Cuando publiqué mi libro Slouching Toward Gomorrah [sobre la decadencia moral en la sociedad norteamericana], Mons. William Awalt, sacerdote de la iglesia católica de Santa Ana, en Washington, me dijo que mis ideas parecían muy próximas a las católicas, lo cual era cierto. Pero, como yo no era una persona religiosa, esa coincidencia de ideas no bastó para llevarme a la Iglesia, así que pasó un tiempo hasta que estuve preparado para incorporarme».

«Tuve varias conversaciones con Fr. C.J. McCloskey, que me recomendó algunas lecturas y a veces, de vuelta a casa, se pasaba por mi oficina, donde charlábamos durante una hora u hora y media. El libro que más me gustó fue uno de Ronald Knox, The Beliefs of Catholics [edición española: Sobre la fe católica]. Yo he dado clases, pero no me parecía estar recibiendo clases. (…) Esas conversaciones eran informativas y muy informales».

Hijo de una maestra y del jefe de ventas de una acería, presbiterianos pertenecientes a distintas denominaciones, Bork se crió en Pittsburgh, donde hasta los doce años frecuentó una iglesia presbiteriana, aunque la religión no tuvo demasiada importancia en su entorno familiar. «Cuando tenía 15 ó 16 años pensaba que la Iglesia católica era muy autoritaria y que los sacerdotes controlaban de modo muy estricto tus ideas y tu manera de pensar. Pero cuando me llegó el momento de la conversión, ya había visto mucho mundo y no tenía esas ideas. Yo conocía a suficientes católicos como para creer eso».

Sobre los aspectos de la fe que más le acercaron a la Iglesia, Bork señala que le resultaron muy persuasivos los argumentos sobre la existencia de Dios y la idea de un designio que se extiende desde el nivel celular al orden del universo. La resurrección le pareció un hecho históricamente probado y la Iglesia católica, fundada por Cristo, aunque siempre enfrentada a problemas y dificultades, permanece más fiel a su doctrina que cualquier otra.

También fue importante el papel de su mujer, «aunque ella nunca hizo proselitismo directo». Ambos hablaban de cuestiones religiosas, «pero fue más su ejemplo que cualquier otra cosa».

Bork dice, con humor, que no sabe la influencia que habrá tenido su edad en la conversión, y que no se siente viejo si se compara con su madre, que va camino de cumplir los 105. Ahora va a publicar Coercing Virtue: The Worldwide Rules of Judges, sobre el «activismo judicial», común hoy en Occidente: la apropiación por parte de los jueces de la decisión sobre cuestiones políticas y morales que corresponden al poder legislativo.

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