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El «estilo» del Opus Dei

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En enero próximo se cumple el primer centenario del nacimiento del beato Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. Con esta ocasión, Francesco Ognibene entrevista al prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, sobre el significado del centenario y el trabajo de la prelatura (Avvenire, 7 julio 2001).

«Este centenario -explica Mons. Echevarría- no supone una simple conmemoración, sino más bien una invitación a reflexionar sobre las enseñanzas del fundador del Opus Dei, y a descubrir modos nuevos de darles siempre más cuerpo en la existencia ordinaria. El beato Josemaría repetía con frecuencia: ‘es de Cristo de quien hemos de hablar y no de nosotros mismos’. El fundador del Opus Dei gastó todo su tiempo en anunciar a Jesucristo, recordando que se puede ser plenamente discípulo de Cristo en medio del mundo. El centenario ha de ser un eco de esa verdad cristiana radical, que llena la vida de sentido y de alegría».

¿Cuál es el «estilo» del Opus Dei?, pregunta el periodista. Mons. Echevarría contesta: «El acento en la formación cristiana del individuo, no en la programación de actividades o en las estructuras. La fe implica un descubrimiento personal y una respuesta también personal a Dios, que pregunta por nosotros».

Para facilitar el encuentro de cada persona con Dios, añade más adelante, «el Opus Dei ofrece un camino formativo basado en los sacramentos -la Confesión, la Eucaristía-, la meditación de la Escritura y del Magisterio de la Iglesia, el estudio de la doctrina católica y de la moral profesional. La prelatura proporciona los medios de formación cristiana siempre de manera compatible con la vida ordinaria: sin dejar el propio oficio o la propia profesión, al contrario, animando a descubrir la relación que existe entre contemplación y trabajo. Se puede mantener una profunda unión con Dios mientras se cocina un plato de pasta, se cuida a un enfermo o se juega un partido de fútbol, o también mientras se hace una labor de investigación científica. Porque la unión con Dios se produce en el fondo de un corazón libre: es cuestión de Amor».

En el pasado Jubileo, Juan Pablo II ha alentado a toda la Iglesia a renovarse pidiendo perdón. ¿Hay un mea culpa del Opus Dei?, pregunta Ognibene. «Pienso que la contrición a la que nos ha impulsado la petición de perdón que el Papa hizo el 12 de marzo de 2000 consiste sobre todo en la humildad de reconocer cada uno las propias culpas presentes. Los miembros del Opus Dei, cada uno por su cuenta, siempre acaban la jornada con una petición de perdón al Señor, después del examen de conciencia. En el Opus Dei es fundamental que cada uno se convierta a diario y sepa pedir perdón con humildad a Dios y a aquellos a quienes ha podido herir u ofender».

Otra pregunta es si el Opus Dei da prioridad a la evangelización en los ambientes intelectuales o en los más desfavorecidos. «El beato Josemaría -contesta el prelado-, a la vez que fomentaba de modo concretísimo la preocupación por los más necesitados, siempre recordó que la labor entre intelectuales es tarea evangelizadora completamente necesaria: los intelectuales configuran la sociedad y la cultura. Si no conocen a Cristo, si no se les anuncia, las consecuencias para la sociedad son evidentes. Ese apostolado estará siempre vigente en el Opus Dei, bien entendido que las dos prioridades son complementarias, porque a la indigencia material se suma hoy en día una tremenda indigencia intelectual y de cultura religiosa».

Entre las iniciativas de miembros del Opus Dei para aliviar esa indigencia se encuentran centros educativos, de los que en Italia existen varios, como recuerda el periodista. Tales escuelas «representan una aventura», dice Mons. Echevarría. «Responden al principio de que los padres son los primeros responsables de la educación de los hijos. Pero ciertamente, como todas las aventuras, encuentran muchas dificultades, entre otros motivos porque las leyes no facilitan ese protagonismo de las familias en la educación. (…) En todo caso, pienso que vale la pena correr el riesgo de emprender ese reto apasionante de educar cristianamente a los hijos y a los amigos de los hijos: la más importante misión de los padres cristianos.

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