Una propuesta para debatir ideas antes de votar

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Con motivo de las elecciones presidenciales de 2012 en EE.UU., la revista Public Discourse ha organizado un foro de debate para analizar diez temas controvertidos de actualidad. El objetivo es concienciar a los ciudadanos de que unas elecciones no consisten solamente en depositar un voto cada cierto tiempo, sino en pensar los principios que inspiran a una democracia.

“Siempre nos acecha la tentación de votar al servicio de nuestro bien privado; nuestros intereses particulares; nuestras ideologías favoritas…” (Ryan Anderson, director de Public Discourse)

En noviembre de 2012, Barack Obama optará a su reelección como presidente de EE.UU. con un panorama nada alentador. La crisis financiera de 2008 le ha pasado factura. Y, en estos momentos, sólo el 20% de la población estadounidense respalda su gestión económica.

Así las cosas, se comprende que Obama haya convertido la batalla contra el desempleo (9,1%) en su prioridad electoral. También ha preparado un plan de estímulo económico, que incluye ventajas fiscales a las clases medias para estimular el gasto; inversiones públicas en infraestructuras y apoyos sociales a los parados.

Al otro lado del arco político, todavía hay mucha incertidumbre. Y la habrá hasta que no se elija a un candidato definitivo. Hasta hace pocos días, parecía que el candidato a la presidencia de los republicanos podía ser el gobernador de Texas, Rick Perry. Pero su último debate público en Florida le hizo perder puntos.

Por lo visto, el candidato republicano que salga finalmente elegido arremeterá contra el déficit, la tasa de paro, la subida de impuestos, el intervencionismo de Washington, etc.

Temas, como se ve, principalmente de índole económica que han ido marcando la agenda de estos últimos años; primero, por la crisis financiera; pero también por el empuje del Tea Party.

Para que las ideas tengan consecuencias

En esta vorágine preelectoral, la revista Public Discourse –editada por The Witherspoon Institute, un centro de investigación independiente con sede en Princeton (New Jersey)– organizó una serie de conferencias entre el 22 de agosto y el 3 de septiembre para debatir sobre diez temas en los que viene trabajando desde hace tiempo.

Precisamente porque es previsible que los candidatos (y, por efecto dominó, el electorado) estén con la mirada puesta en problemas más inmediatos, Public Discourse quiere hacer una pequeña aportación al debate de la ideas. Aunque sólo sea para recordar que la política es algo más que un tira y afloja de intereses personales.

En un sistema de gobierno republicano como el de EE.UU. –explica Ryan T. Anderson, director de la revista–, votar es un acto político de capital importancia. Entre otras cosas, supone elegir a alguien que va a marcar la agenda política y las leyes de los próximos años. Y, en este sentido, que tomará decisiones con consecuencias en la libertad y la justicia de las relaciones de los ciudadanos, y el bien común de la comunidad política.

El problema, añade Anderson, es que a los electores “siempre nos acecha la tentación de votar al servicio de nuestro bien privado; nuestros intereses particulares; nuestras ideologías favoritas… Y sólo porque son nuestras”.

Claro que los candidatos también tienen sus propios cantos de sirena. Pueden distraerse fácilmente del bien común para atender, en cambio, a las presiones de empresas, sindicatos, lobbies, asesores de campaña, encuestas de opinión…

Frente a las prisas preelectorales, lo que propone Public Discourse es: reposo para pensar. Se podrá estar más o menos de acuerdo con los temas de debate que proponen o con el enfoque elegido, pero la idea es buena.

Se trata de adelantarse en el tiempo a las campañas de los candidatos; sobrevolar los concretos problemas políticos que planteen sus programas, marcados en buena medida por la coyuntura económica; y debatir sobre los temas de fondo que no suelen aparecer en las campañas electorales.

Argumentos razonables y bien común

Aunque también tiene aplicaciones prácticas, este simposio (“Liberty, Justice, and the Common Good: Political Principles for 2012 and Beyond”) se mueve sobre todo en el terreno de la filosofía política. Que los organizadores se definan como independientes significa que no mantienen vínculos ideológicos ni económicos con partido político alguno.

Ahora bien: eso no significa que sean neutrales. Está claro que, desde el momento en que seleccionan unos temas de los que hablar y les dan una perspectiva determinada, están tomando partido por una forma determinada de entender la vida social y política.

Un objetivo básico que persiguen es “mejorar la comprensión pública de los fundamentos morales de las sociedades libres y democráticas” a través de la investigación interdisciplinar (filosofía, ética, sociología, teología…). En el centro de sus reflexiones aparece con frecuencia la preocupación por el bien común.

“Los argumentos que empleamos –explica Anderson– no invocan otra autoridad que la de la razón para inspirar una filosofía política coherente y para aplicarla a diversas políticas particulares”.

Algunos de los temas seleccionados para el simposio fueron: la igual dignidad de los seres humanos, incluidos los concebidos a la espera de nacer y los dependientes; la comprensión del matrimonio como institución social que el Estado no puede cambiar a su antojo; el principio de subsidiariedad; la protección de la conciencia; los derechos educativos de los padres; la lucha contra el tráfico de seres humanos, nueva forma de esclavitud contemporánea.

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