Líbano: Satisfacción ante el acuerdo entre el gobierno y la oposición

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El acuerdo alcanzado en Doha por las facciones libanesas, tras los recientes enfrentamientos (ver abajo artículo relacionado) ha sido acogido con satisfacción en el país y en el escenario internacional. El compromiso, por limitado que sea, cierra una crisis abierta desde el pasado noviembre y permitirá que las fuerzas políticas dejen de luchar en la calle para regresar a las instituciones.

Los principales puntos del acuerdo son:

Presidencia. El actual jefe del Ejército, general Michel Sleimane, será elegido presidente el próximo domingo. Aun que se discutía si sería necesario aprobar una enmienda constitucional para respetar los plazos previstos, finalmente se ha decidido que la situación excepcional por la que atraviesa el país justifica que no se haga ninguna enmienda.

Gobierno. El gobierno de unidad nacional tendrá 30 miembros: 16 de la mayoría actual, 11 de la oposición y otros 3 nombrados por el presidente. El acuerdo supone potenciar la presencia de Hezbolá, el partido chií de la oposición, que pasa de tener 6 ministros a 11, y obtiene un poder de veto sobre las decisiones del gobierno que hasta ahora se le negaba.

Elecciones. Las elecciones parlamentarias previstas para la primavera de 2009 seguirán haciéndose sobre una base confesional. La ley vigente de 1960 impone que la Jefatura del Estado sea ocupada por un cristiano maronita, que el primer ministro sea musulmán suní y el presidente del Parlamento, un chií. Para las circunscripciones electorales -aspecto clave en un país con múltiples comunidades religiosas- se ha alcanzado un acuerdo que intenta reflejar más fielmente el peso de los distintos grupos confesionales. Los analistas dicen que el reparto en Beirut tiene en cuenta esta realidad, sin penalizar a ninguno de los grandes grupos.

Armas. Se prohíbe el recurso a la violencia con fines políticos. Pero quedan en suspenso cuestiones de fondo como el armamento de Hezbolá. La mayoría reclama el compromiso por parte de Hezbolá de “no utilizar las armas contra los libaneses”. Pero Hezbolá responde que su acción militar iniciada hace dos semanas, con la ocupación del aeropuerto y de barrios de Beirut, fue puramente “defensiva”.

Por lo general, la prensa libanesa se felicita por el acuerdo, si bien nadie se atreve a hacer predicciones sobre su aplicación. El acuerdo de Doha “no resolverá las contradicciones de fondo, porque en el Líbano hay dos Estados, el Estado oficial y el de Hezbolá”, declara a L’Orient Le Jour Paul Salem, director de la Fundación Carnegie para Oriente Medio, y “Hezbolá es demasiado poderoso para ser desarmado”.

Tras el acuerdo, la oposición chií ha empezado a desmantelar el campamento que había montado en el centro de Beirut desde que empezó la crisis.

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