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“Ocupa Wall Street”, en la encrucijada

Fuente: The Wall Street Journal, The Washington Post
publicado
DURACIÓN LECTURA: 4min.

Seleccionamos algunos comentarios publicados en los medios de comunicación norteamericanos, que reflejan las dudas sobre la incidencia que se atribuye al movimiento “Ocupa Wall Street”, tras los desalojos de campamentos y las detenciones de la pasada semana.

Los arrestos que han seguido a los desalojos de los campamentos del movimiento “Ocupa Wall Street” en una decena de ciudades americanas hacen pensar en la necesidad de un cambio de estrategia para este grupo, según The Washington Post. En unas declaraciones de William Galston, experto en gobernabilidad de la Brookings Institution, se afirma que, como a otros muchos grupos de activistas, a “Ocupa Wall Street” le ha llegado el momento decisivo: “¿qué más se puede hacer una vez que se consigue atraer la atención de la gente?”.

La pregunta no tiene una fácil respuesta y Galston cree que el impacto real de “Ocupa Wall Street” no irá más allá si las demandas no se concretan en unos pocos puntos de acción comunes, algo que, en su opinión, falta. Por eso los ocupas se sitúan a distancia de otros movimientos que impulsaron cambios sociales durante el siglo pasado y también lejos del Tea Party, que sí se ha concentrado en rechazar algunas medidas de gobierno de Obama, como por ejemplo, la legislación sanitaria.

En la misma línea apuntan los comentarios publicados por The Wall Street Journal. En un editorial del 18 de noviembre este diario señalaba claramente las diferencias con el Tea Party a la vez que mostraba los puntos débiles del movimiento Ocupa. Tras las acciones de protesta violenta de la semana pasada y los intentos de los activistas de bloquear trenes y accesos a los puentes principales de la ciudad, registrados tanto en Nueva York como en Los Angeles y Portland, el periódico afirma que “molestando a millones de personas no van a conseguir una revuelta política sino más bien que las masas se vuelvan contra lo que califica de ‘nuevo proletariado de título universitario’”.

El mismo editorial añade con ironía que las protestas del Tea Party en realidad se han plasmado en preguntas de control a los congresistas o en marchas autorizadas al Capitolio en Washington, en las que como mucho los gritos podrían haber procurado un cierto malhumor a los ciudadanos. Pero, frente a los ocupas, “el Tea Party entiende que en América la vía para el cambio político está en las urnas”.

Acción sindical

Los únicos que parecen haber aprovechado algo del movimiento Ocupa son los sindicatos. En un documentado artículo del pasado 8 de noviembre, el Washington Post apuntaba que “los sindicatos, asombrados por la capacidad de convocatoria de los ocupas en temas tradicionalmente laborales, como la desigualdad en el reparto de riqueza, están empezando a aplicar también sus tácticas y sus habilidades en las redes de Internet”. Ahora, los equipos de comunicación de los sindicatos ya recurren a Twitter o Tumblr, y a otros medios sociales mucho más agresivos para buscar apoyos.

En este intercambio, los sindicatos han ofrecido todo tipo de apoyo a los ocupas, desde ponchos para la lluvia, equipos sanitarios de los sindicatos de enfermeras, duchas en sus instalaciones e incluso dinero procedente de donativos. Y los ocupas les han respondido apoyando las actuaciones de los piquetes sindicales en el Hotel Bel-Air de Los Angeles o en las oficinas de la compañía Verizon.

Sin embargo, el resultado de esta colaboración todavía no puede medirse con exactitud. Unas declaraciones de la secretaria ejecutiva de la Federación de Sindicatos de Los Angeles, María Elena Durazo, citadas en esa misma información, apuntan que “los trabajadores están con el movimiento Ocupa en los grandes temas, por ejemplo en la desigualdad, pero la pregunta es si el movimiento sindical o el movimiento Ocupa tiene capacidad de llevar ese mismo mensaje al lugar de trabajo, donde los empleados se enfrentan a diario a los auténticos problemas de sueldos bajos, pocos beneficios y poco poder”.

Libertad de expresión

Para Gordon Crovitz, editorialista de The Wall Street Journal, los desalojos rápidos que han seguido a dos meses de campamentos continuos, muestran que el permisivismo de las autoridades locales “ha creado la falsa impresión de fuerza de este movimiento”. Sin embargo, “las multitudes se han dispersado en cuanto las autoridades han aplicado las normas correspondientes”, es decir, someter el derecho a la libertad de expresión a las restricciones de tiempo, lugar y modo recogidas por la ley. En su opinión, las declaraciones de los políticos de Nueva York y de los representantes locales de esa zona de Manhattan sugerían que los derechos de libre expresión eran absolutos y eso “ha envalentonado a los ocupas hasta hacerles creer que podían acampar allí indefinidamente”.

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