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Leonardo Polo: claves de un pensador original

publicado
DURACIÓN LECTURA: 13min.

Durante años mal comprendido, el pensamiento del filósofo español Leonardo Polo ha acabado por abrirse paso en los ámbitos académicos y aun se ha plasmado en obras dirigidas al público no especializado. Hoy se cuentan por docenas sus discípulos, como ha mostrado el reciente congreso internacional sobre su obra, celebrado en la Universidad de Navarra (1), donde Polo es profesor. El acto tenía carácter de homenaje, al que acudieron más de setenta especialistas procedentes de siete países.

Leonardo Polo es un pensador «moderno» que entronca con los clásicos, continuándolos sin repetirlos. Admite una magnífica inspiración en la modernidad: entender al hombre, llevar a cabo una cultura de la libertad. Pero piensa que esto se ha hecho de modo insuficiente, adoptando modos de pensar que han hecho inviable culminar esa pretensión.

Leonardo Polo
 

Uno de los presupuestos angostos de la modernidad es el modo de entender el dinamismo humano: el hombre se regiría por el principio del resultado. Lo primero sería la acción, la fuerza, no la dotación previa que uno tiene, la naturaleza, como pensaron los clásicos. Lo único accesible al hombre es lo que su dinamismo puede alcanzar. Y si el dinamismo fracasa, entonces el hombre es pura miseria.

Al otro presupuesto lo llama Polo la simetría del fundamento: mientras los clásicos basaron la verdad del conocimiento en la verdad de las cosas, los modernos lo ponen en la subjetividad.

En esta situación, la nuestra, ¿cómo seguir pensando hoy? Es obvio que se precisa una nueva inspiración que ensanche la idea moderna acerca del hombre. La propuesta de Polo es buscarla contemplando la herencia del pensamiento clásico, griego y medieval, a la luz de la modernidad, es decir, ir más allá de los clásicos desde nuestra situación.

Antropología del don
La bibliografía más reciente de Polo ha cambiado la imagen que se tenía de él. Antes parecía a colegas y expertos un pensador oscuro, lleno de intuiciones originales e injustificadas, y heterodoxamente tomista. Esta imagen es fruto de un conocimiento parcial y precipitado de su obra y de su estilo.

La parte más importante de su producción es la antropología. En nuestro tiempo ha surgido una renovada preocupación por los fundamentos y el respeto de la dignidad del hombre como persona. La filosofía de Polo participa de esta tendencia emergente en nuestra cultura y contiene una antropología coherente con el mensaje cristiano.

Pronto publicará Polo su Antropología trascendental. Se trata de una efectiva ampliación de la metafísica clásica a cuenta del intento moderno, rectificado y conectado con aquella metafísica. En Presente y futuro del hombre (1993), Polo inicia la justificación y exposición de esta antropología. Dos de sus nociones claves son la libertad y la capacidad de don.

La libertad no es entendida por Polo desde una perspectiva existencialista, como si el hombre fuese un receptáculo vacío que llena con sus propias decisiones. Más bien, la libertad constituye el núcleo de la persona. Se dibuja como una capacidad insaturable de conocer y querer: pensamiento y voluntad nunca llenos. Del núcleo libre de la persona brota lo inédito, puesto en el mundo como novedad estricta, manifestación de su intimidad: el don, la capacidad de otorgar. Algo muy superior al mero deseo o al tener. Donar, dice Polo, es «dar sin perder, adquirir dando». Es una antropología del don.

El abandono del límite
Pero esto no pasaría de ser una reflexión sugestiva si no estuviera avalada por un trabajo filosófico que la fundara adecuadamente. Ese trabajo fue iniciado por Polo en fecha tan temprana como 1950, a los 23 años. Entonces aparece una idea que será el motor de todo su pensamiento posterior. La denominará el abandono del límite. Hay más realidad en el yo pensante que en sus pensamientos, advierte Polo. Esto quiere decir que cabe trascender el objeto y pensar más allá de él.

Los primeros libros de Polo –Evidencia y realidad en Descartes (1963), El acceso al ser (1964), El ser (1965)– justifican, de manera muy radical, este nuevo método del abandono del límite. Han sido difíciles de entender, incluso para los especialistas. El autor decidió esperar después de publicar sus primeros libros y enseñó, durante años, su teoría del conocimiento. Por fin, tras casi veinte años de silencio editorial, en 1984 publicó el primer volumen de su Curso de teoría del conocimiento, culminado este mismo año con el tomo quinto y último: más de 2.000 páginas en total.

En esta obra, Polo muestra –como anota en el prólogo– que “el abandono del límite mental es la continuación obvia del estudio del conocimiento en el punto en que Aristóteles lo dejó”. Esta continuación significa desarrollar muy ampliamente una intuición aristotélica formulada en un célebre texto de la Metafísica: “Uno ve, y al mismo tiempo ha visto; piensa, y ha pensado… A esto llamo acto”. A partir de ahí se pueden superar las aporías a que ha llevado concebir el pensamiento como un proceso que da como resultado un “producto”, la idea o representación.

Polo entonces elabora una teoría del conocimiento basada en diez axiomas. El primero de ellos dice: “Sólo se conoce en tanto se ejerce una actividad”. Y revisa las propuestas de los filósofos para esclarecer cómo cumplieron o conculcaron los diversos axiomas.

Sus fuentes de inspiración
De aquí se deduce que Polo conoce bien a los grandes filósofos. Unos, como Parménides, Eckhart o Descartes le han ocupado apasionadamente en alguna época de su vida. Otros, como Heidegger, han sido fuente de inspiración. Pero ha pensado más a fondo sobre tres.

En primer lugar, Aristóteles, con quien tiene una especial afinidad y que acota el terreno básico de la teoría del conocimiento y de la ética de Polo.

En segundo lugar, Tomás de Aquino, de quien toma una gran parte de su cuerpo doctrinal, y en especial la distinción real de esencia y ser, que lleva hasta el final.

Y en tercer lugar, Hegel, cumbre de la modernidad. En él alcanza rango supremo el intento moderno: “Hegel formula su ambición especulativa elevando la presencia de la razón a la máxima altura. Pero cabe notar que la presencia mental del hombre es un límite. Si se procede a abandonar dicho límite, el episodio hegeliano queda cerrado y se logra un nuevo punto de partida. Esta es mi propuesta”.

Polo se enfrenta a los filósofos repensándolos desde dentro, asumiendo sus puntos de vista, adelantándose casi a las conclusiones de cada uno. Su intuición original se convierte en una filosofía desarrollada después de haberla ajustado con las ideas centrales de los grandes pensadores.

Polo ha meditado mucho también sobre temas teológicos. Son la continuación de su metafísica y de su antropología. Desde ahí se iluminan grandes cuestiones humanas como el dolor, la muerte, el destino, la unidad del género humano y el sentido de la historia, el amor, el tiempo y la eternidad… Además, presta atención a las aportaciones últimas de la ciencia, y busca una nueva filosofía del universo físico.

Ampliar la filosofía disponible
Buena parte de la producción de Polo está inédita. Pues aunque él pasó muchos años sin publicar, ha tenido una ininterrumpida actividad docente en España, México, Perú, Chile y Colombia, principalmente. En sus cursos universitarios él vierte ideas que adquieren más tarde forma escrita.

Para comprender cabalmente a Polo conviene no descuidar ninguno de los aspectos mencionados. Su filosofía del hombre es, ciertamente, la puerta más atractiva y cercana a la sensibilidad contemporánea. Pero sería un craso error de perspectiva olvidar que Polo ha dedicado toda su carrera filosófica a fundamentar las consecuencias últimas de su método epistemológico del abandono del límite. Quienes busquen penetrar más allá deben comprender su teoría del conocimiento; desde ahí asomarse a su visión de la historia de la filosofía; captar los nudos conceptuales decisivos; aprender a abandonar el límite, y entonces podrán seguirle en la metafísica y la antropología que de ahí se derivan.

No es tarea irrelevante, pero tampoco esotérica, ni fatiga reservada a especialistas. Más bien, ampliación de la filosofía disponible, llamada a añadir nuestra propia originalidad. Y, más importante, optimismo sobre el hombre y el mundo en una época plural, acaso astillada en su inspiración básica. Es este el balance cierto del pensamiento de Polo.

Ricardo Yepes Stork es profesor de antropología en la Universidad de Navarra.

(1) Congreso Internacional sobre el Pensamiento de Leonardo Polo, Pamplona, 25-27 noviembre 1996. Las actas del Congreso, ya publicadas, ocupan el número 55 de la revista Anuario Filosófico, Pamplona (1996), 800 págs.


Sugerencias de lecturas

Entre los diecisiete libros de Leonardo Polo publicados hasta ahora se pueden espigar algunos especialmente válidos para introducirse en su filosofía.

  • Presente y futuro del hombre (Rialp, Madrid, 1993). Es un estudio de la persona que permite acceder de modo sencillo a las líneas maestras del pensamiento de Polo. Una de ellas es la recuperación de Aristóteles. Además, se aporta una visión sintética de la historia de la filosofía y de la modernidad. El último capítulo constituye una buena introducción a la “antropología trascendental”, partiendo del legado que dejaron los pensadores clásicos y modernos. (Ver servicio 151/93).
  • Quién es el hombre (Rialp, Madrid, 1991). Es un curso completo y orgánico de antropología. Pero no tiene nada de “manual”: el punto de partida y los enfoques subsiguientes son originales y sugerentes, poco parecidos a lo que uno está acostumbrado. Polo ilumina aquí nuestra situación cultural mostrando la conexión entre las cuestiones que nos son próximas y los fundamentos filosóficos. Sus aportaciones son inesperadas. Quien comience la lectura de Polo por esta obra sentirá que se le abre el apetito de conocer más. (Ver servicio 128/91).
  • Ética. Hacia una versión moderna de los temas clásicos (Universidad Panamericana, México D.F., 1993; edición corregida en Unión Editorial, Madrid, 1996). Prolongación de su antropología, esta ética de Leonardo Polo se distingue por su enfoque integral. Visto qué es la persona humana, no cabe explicar su actuar desde perspectivas parciales. Las leyes biológicas, psicológicas, económicas… no dan cuenta cumplida de ella; las leyes de la vida humana son éticas. Los primeros capítulos –donde Polo muestra tener un conocimiento serio de la paleoantropología– dirimen la cuestión de la “genealogía de la moral”: la ética no puede ser una adquisición evolutiva. Después, Polo expone su visión de la ética completa, en contraste con la ética de bienes (hedonismo), la ética de leyes (racionalismo) y la ética de virtudes (estoicismo). Es una reflexión encarnada: este libro habla de la vida, y son frecuentes los ejemplos y anécdotas. (Ver servicio 63/96).
  • La persona humana y su crecimiento (EUNSA, Pamplona, 1996). Recién aparecido, este libro contribuye a completar la antropología esbozada en los otros dos. Polo explica aquí que el ser humano está llamado a crecer como persona ejerciendo la libertad. Hace una crítica de las visiones subjetivistas, insolidarias o dominadoras del hombre que presentan las ideologías contemporáneas. También arroja luz sobre cuestiones sociales, ayudando a pensarlas a fondo, que es lo más necesario para resolverlas. Muy recomendable el capítulo “La exageración de lo necesario”, sobre el consumismo y la prisa. Polo, además, nutre sus reflexiones de la tradición cristiana. El último capítulo, “El sentido cristiano del dolor”, es una notable aportación a la teología.
  • Introducción a la filosofía (EUNSA, Pamplona, 1995). Con este libro, el lector puede avanzar un paso y empezar a meterse en la inspiración básica de Polo. Se acercará así a las ideas que fundan “el abandono del límite”. La obra presenta la filosofía en su historia, con la visión unitaria en que se desvela la aportación del autor. Polo no admite la pretensión de recomenzar la filosofía desde cero, pero sí la posibilidad de desarrollarla siempre más. Y muestra aquí cómo se puede continuar a los pensadores antiguos y modernos.
  • Sobre la existencia cristiana (EUNSA, Pamplona, 1996). Recoge artículos y trabajos diversos sobre economía, empresa y doctrina social de la Iglesia. Especialmente recomendable es el estudio introductorio de Fernando Múgica sobre “Leonardo Polo, pensador social”, en el que se sintetiza su filosofía práctica y se la compara con otros autores contemporáneos. Se trata de un libro con multitud de reflexiones sobre la técnica, la acción y la producción humanas, el trabajo y la justicia.

Aceprensa


“El ser está al final”

Leonardo Polo (Madrid, 1926) iba para jurista. Terminó la carrera de Derecho en 1949; pero no le atraía el ejercicio de la abogacía. Sus aspiraciones eran especulativas, y les dio salida primero de 1952 a 1954 en Roma, adonde se trasladó para realizar su tesis doctoral sobre derecho natural como becario en el Istituto Iuridico Spagnolo.

Sin embargo, Polo había sentido ya la llamada de la filosofía. De en torno a 1950 –la fecha de su intuición básica– es una anécdota que cuenta un viejo amigo suyo, que recuerda haberse cruzado con él en un pasillo y haberlo visto ensimismado diciendo con gran seguridad: “el ser está al final”. De hecho, las lecturas de Kant, Hegel y Heidegger, que abordó para preparar su tesis, le absorbieron de tal manera que el trabajo que había de ser un prolegómeno de su estudio jurídico acabó siendo un voluminoso tomo doble, aún hoy inédito, titulado La distinción real.

En 1954 se incorporó con título de jurista a la recién fundada Universidad de Navarra, para enseñar Derecho natural y Fundamentos de filosofía. Mientras tanto acometió los estudios de licenciatura en Filosofía, que culminó en 1959, para hacer luego la tesis doctoral bajo la dirección de Antonio Millán-Puelles, catedrático en Madrid. Evidencia y realidad en Descartes es su tesis, defendida en 1961, y su primer libro publicado. Más tarde da a la imprenta El acceso al ser y El ser, obras rigurosas y difíciles en las que desarrolla su inspiración fundamental. Fueron poco comprendidas, y Polo inició después un largo periodo de silencio activo, mientras proseguía su docencia universitaria. Fue catedrático de Fundamentos de filosofía en la Universidad de Granada de 1966 a 1968, antes de su regreso a Navarra.

En 1984, Polo comienza su etapa manifestativa, con la publicación del primer tomo de su Teoría del conocimiento. A esta obra han seguido otras trece hasta el presente, amén de catorce colaboraciones en libros colectivos y una treintena de artículos. Y esperan más de cincuenta trabajos inéditos, en su mayor parte procedentes de cursos impartidos desde 1964 hasta hoy.

A lo largo de su trayectoria ha enseñado prácticamente todas las disciplinas filosóficas en España y en varios países latinoamericanos. Su vinculación con el Instituto Empresa y Humanismo, de la Universidad de Navarra, le ha permitido ampliar su magisterio a los ámbitos empresariales. De esta actividad son fruto cursos y trabajos, en parte publicados, sobre materias relacionadas con la antropología económica y la doctrina social de la Iglesia.

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