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La furia de las élites contra el UKIP

publicado
DURACIÓN LECTURA: 3min.

Brendan O’Neill comenta en Spiked (21-05-2014) la furia de las élites británicas contra Nigel Farage, líder del UKIP.


Una versión de este artículo se publicó en el servicio impreso 41/14

“Desde Nick Clegg y los tuiteros que suelen mofarse del UKIP hasta David Cameron y los radicales estudiantes que se le oponen”, pasando por los laboristas, el Guardian y el Sun, “la furia contra Farage les ha unido a todos”, escribe O’Neill.

¿Qué hay detrás de esta indignación?, se pregunta O’Neill. No puede ser el tema de la inmigración, pues fueron los laboristas quienes apoyaron que rumanos y búlgaros no pudieran trabajar con plenos derechos en Gran Bretaña, pese a ser miembros de la UE desde 2007. Y ahora que la UE ha obligado a levantar esas restricciones, el gobierno de Cameron ha pensado otras nuevas para desalentar su llegada (cfr. Aceprensa, 7-01-2014).

Tampoco se puede decir que el euroescepticismo sea un rasgo exclusivo de Farage, añade O’Neill. Muchos británicos comparten con el UKIP la idea de que la UE, tal y como está diseñada ahora, no les representa. Lo cual no quiere decir que sean anti-Europa.

“El verdadero motor de la actitud anti-Farage, el combustible de esta furia sin precedentes entre las élites, es la sensación de que ha conectado con la gente –o al menos con un amplio sector– en un grado que no han logrado los políticos y los comentaristas ‘mainstream’. Las élites ven en Farage su propia incapacidad para entender al pueblo (…), su propia insolvencia para llevar a la opinión pública en la dirección ‘correcta’”.

Las palabras de O’Neill ganan peso tras la victoria del UKIP en las elecciones europeas: ha sido el partido más votado en el Reino Unido, con el 26,7% de los votos. El UKIP también ha hecho un notable avance en las elecciones municipales: suma 128 concejales a los 35 que tenía. Los laboristas ganan las elecciones locales al sumar 343 concejales (ahora tienen 2.102). Los conservadores pierden 168 y se quedan con 1.361; y los liberal-demócratas pierden 261, con lo que suman 427 concejales.

“En el fondo, la furia que esconden los ataques contra Farage es la furia contra la muchedumbre, contra las masas, cuyos cerebros han sido tan ablandados por la propaganda del UKIP que ni siquiera los argumentos supuestamente más luminosos ni las mejores políticas pueden ahora tener ningún efecto sobre ellos”.

Adultos capaces de debatir
El avance del UKIP no indica simplemente un voto protesta, dice O’Neill. En estas elecciones, muchos ciudadanos han expresado “su deseo de ser escuchados, su aspiración a ser tenidos en cuenta, su añoranza por ser tratados como adultos capaces de debatir sobre temas grandes y serios como la soberanía, la nacionalidad o la democracia”.

O’Neill lo ilustra con un ejemplo. Los partidarios del UKIP quieren debatir sobre la inmigración porque sienten que su identidad cultural está amenazada. Y no es algo tan disparatado porque las élites no dejan de decirles “que respeten todas las culturas, que escondan sus tradiciones, que se avergüencen de la historia de su país”. Y para colmo, les tachan de racistas, cuando su discurso no lo es.

Seguramente, añade O’Neill, el UKIP y otros partidos populistas se equivocan al culpar de esto a la inmigración. “Lo cierto es que fue la divisiva ideología del multiculturalismo y la censora cultura del relativismo, no la inmigración, lo que favoreció que muchos lugares de Europa Occidental terminaran convirtiéndose en lugares alienados, sin tradiciones ni libertad de expresión”.

La conclusión de O’Neill es que si los partidos populistas avanzan, no es porque el racismo esté en auge en Europa. Más bien, los resultados parecen expresar “un sentimiento nuevo, pero todavía difuso, que no solo dice ‘estoy harto de la vieja clase política’, sino también: ‘Quiero ser escuchado. Quiero ser tomado en serio. Quiero recuperar el control sobre mi vida, mi comunidad y mi país”.

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