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La economía salió ganando con la desregulación

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La economía salió ganando con la desregulación
Un estudio asegura que en EE.UU. ha beneficiado tanto a consumidores como a productores

La desregulación fue un neologismo que irrumpió en el mundo económico desde los años 80, de mano de la revolución liberal. Se trataba de liberar a la economía de un exceso de regulaciones que entorpecían el funcionamiento del mercado: restricciones a la entrada de nuevos productores, autorizaciones de precios, reglamentos sobre el modo de prestar el servicio… Sus consecuencias son tema de debate entre los economistas. ¿A quién han beneficiado estos cambios? Un nuevo estudio empírico sugiere que en Estados Unidos tanto los consumidores como los productores han salido ganando.

El estudio, del que da cuenta The Economist (6-XI-93), ha sido realizado por Clifford Winston, de la Brookings Institution, y publicado en el Journal of Economic Literature (IX-93). Winston revisa una amplia serie de investigaciones sobre los efectos de la desregulación en siete industrias norteamericanas: líneas aéreas, ferrocarriles, transporte por carretera, telecomunicaciones, televisión por cable, Bolsa y gas natural.

Su estudio revela, en primer término, la magnitud del cambio producido: en 1977, el 17% del PIB norteamericano se producía en sectores completamente regulados; en 1988, menos del 7% del PIB correspondía a tal situación.

Agrupando los diferentes estudios sobre los siete sectores, Winston calcula que la desregulación ha supuesto para los consumidores una ganancia -en precios más bajos y mejor servicio- de 33.000 a 43.000 millones de dólares al año (con precios de 1990).

Más sorprendente es que también los productores hayan tenido un beneficio neto, cifrado en unos 3.000 millones al año. En principio, cabría esperar que los productores resultaran perjudicados, al quedar expuestos a una mayor competencia. Sin embargo, dice Winston, aunque la regulación les protegía de posibles competidores, también era motivo de ineficiencias que elevaban los costes.

Con la nueva competencia introducida por la desregulación, tanto sus ingresos como sus costes tendieron a bajar. En algunas sectores -como el transporte por carretera-, los ingresos bajaron más que los costes, con lo que los beneficios se redujeron. En cambio, en otros -como los ferrocarriles-, los costes cayeron en picado y el resultado neto fue mayores beneficios.

En lo que se refiere al nivel de salarios y de empleo, los cambios, según Winston, han sido «poco importantes». El empleo bajó en el transporte por carretera y en las telecomunicaciones, mientras que creció en las líneas aéreas y en la televisión por cable por el aumento del mercado. A su vez, los salarios descendieron en el transporte por carretera, en los ferrocarriles y un poco en las líneas aéreas.

Las conclusiones del estudio podrían matizarse, según se evaluaran algunos cambios en la calidad del servicio que no es fácil cuantificar. El cierre de una línea de ferrocarril menos rentable, por ejemplo, no beneficia al usuario que la utilizaba. Y el trabajador que perdió su empleo, no necesariamente encontró otro al día siguiente. En cualquier caso, nunca viene mal que se evalúen los datos empíricos en un debate que en gran parte ha estado dominado por argumentos ideológicos.

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