¿Choques entre civilizaciones o conflictos de intereses?

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En un artículo muy comentado, Samul P. Huntington sostenía que en la nueva situación mundial los conflictos serían principalmente enfrentamientos entre civilizaciones (ver servicio 84/93). William Pfaff critica esta idea (International Herald Tribune, 4-XI-93).

La tesis de Huntington es que los conflictos na-cionales e ideológicos están siendo sustituidos por conflictos entre civilizaciones. «La próxima guerra mundial, si la hay -dice- será una guerra entre civilizaciones». Implícitamente afirma que esta guerra, si llega, será entre la civilización islámica y Occidente, o entre la civilización asiática «confuciana» y Occidente. (Huntington cree que Japón no puede dominar Asia del Este, pero China sí).

Huntington explica que de las guerras entre reyes se pasó en los siglos XVIII y XIX a las guerras entre naciones, después a las guerras entre ideologías, y que ha llegado la hora de las guerras entre civilizaciones. Muchas de sus ideas son interesantes.

Algunas son ciertas. Las grandes civilizaciones son rivales, en lo cultural y en lo moral, y se han enfrentado en el pasado, aunque principalmente por motivos religiosos. Hoy día existen cuestiones conflictivas entre los Estados islámicos y asiáticos, y Occidente.

Sin embargo, su tesis de que ha empezado la guerra entre civilizaciones se basa en el hecho de que los árabes y Occidente se han enfrentado a causa de Israel y el petróleo, de que Yugoslavia en guerra está en la falla que divide a los ortodoxos de los católicos, y a unos y otros de los musulmanes, y que está creciendo la rivalidad económica entre los países asiáticos y el Occidente.

El conflicto árabe-occidental se debe principalmente a cuestiones políticas y económicas evidentes: la implantación de Israel en lo que había sido territorio árabe, y el control y la explotación del petróleo. Es cierto que los fundamentalistas islámicos se oponen a la civilización occidental como tal, pero los fundamentalistas islámicos no son el Islam. Su principal batalla es la que sostienen con otros musulmanes, como hoy puede verse en Argelia y en Egipto.

En la guerra del Golfo, combatieron musulmanes y las grandes potencias occidentales, pero empezó con la invasión de un país islámico por otro. Además, dos de las principales potencias islámicas, Egipto y Marruecos, estaban del lado de Occidente.

Quien piense que en Bosnia la guerra es entre la civilización islámica y la musulmana, demuestra saber muy poco de Bosnia. La sociedad musulmana bosnia era íntegramente europea, y el gobierno bosnio es todavía el único de la ex Yugoslavia que defiende una idea «occidental», pluralista y liberal de sociedad.

No tengo espacio suficiente para hacer una crítica detallada de la tesis de Huntington. Simplemente diré que es un tremendo error convertir las evidentes diferencias entre las civilizaciones y sus rivalidades morales en una cuestión de política exterior y de estrategia. Si los conflictos reales por intereses económicos (como el petróleo), o comerciales, o los conflictos territoriales y políticos (como el caso de Israel), o los conflictos étnicos y na-cionalistas (como en la ex Yugoslavia o en la antigua Unión Soviética), se interpretan como choques entre civilizaciones, los trasladamos entonces del plano de lo negociable y soluble al del conflicto perpetuo y sin solución.

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