Los ataques de la OTAN ahondan la división con los ortodoxos

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Los bombardeos de la OTAN en Serbia aumentan las distancias entre Occidente y el este europeo. Como preveía Juan Pablo II (ver servicio 52/99), la línea de fractura no es principalmente racial, sino religiosa. Muestras de ello son las reacciones en Rumania y Grecia, dos países ortodoxos, pero no eslavos.

Grecia es miembro de la OTAN, y Rumania, firme candidata al ingreso. Sus gobiernos están con la OTAN, pero en ambos países la opinión pública es decididamente pro-serbia.

Aun antes de que empezaran los ataques, el presidente rumano Emil Constantinescu (democristiano) declaró que la intervención era «legítima y necesaria». La prensa critica con energía este discurso oficial, mientras la población entiende cada vez menos la lógica militar de los bombardeos y refuerza sus sentimientos pro-serbios (cfr. Le Monde, 14-IV-99).

Con ocasión de la Pascua ortodoxa (11 de abril), el diario rumano Curentul publicó un editorial en que afirmaba: «Jesucristo ha sido matado en Yugoslavia». Y proseguía: «El Redentor no ha tenido tiempo de llegar a Jerusalén. Tal vez fue sorprendido por el ataque aéreo de Aleksinac y sacrificado con otros civiles inocentes (…). O bien encontró su fin sobre uno de los puentes destruidos por la aviación de la OTAN, junto con viejos, mujeres y niños serbios».

Además, la intervención aliada causa perjuicios económicos a Rumania, que es uno de los principales socios comerciales de Yugoslavia. Según datos oficiales, el embargo decretado por la ONU contra Serbia en 1992 ha hecho perder a Rumania unos 7.000 millones de dólares (6.550 millones de euros), y las pérdidas adicionales provocadas por el actual conflicto ascienden a 50 millones de dólares (46,7 millones de euros) semanales.

El gobierno socialista griego intenta mostrar una posición matizada para no perder popularidad. Las fuerzas armadas de Grecia no participan en los ataques, pero proporcionan apoyo logístico a las operaciones aliadas. En cambio, la opinión pública está contra la OTAN, por reacción espontánea y también alentada por la Iglesia ortodoxa y el Partido Comunista (cfr. The Economist, 17-IV-99).

El clero ortodoxo clama contra los bombardeos y a favor de los serbios. Los comunistas griegos han organizado manifestaciones de protesta frente a las embajadas occidentales. Tanto la Iglesia como el Partido comunista han hecho colectas de ayuda humanitaria sólo para Serbia. Algunos periodistas griegos que fueron testigos de actos de crueldad por parte serbia contra albano-kosovares dicen que sus crónicas fueron censuradas por sus propios periódicos.

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