El último informe publicado por The Economist Intelligence Unit sobre el estado de la democracia en el mundo –“Democracy index 2010. Democracy in retreat”– señala una leve aunque preocupante vuelta atrás en el proceso de la democratización del mundo.
El informe que cada año publica The Economist es algo así como una radiografía del mundo desde la perspectiva de los valores democráticos. De cada país se examinan cinco puntos: el proceso electoral y el pluralismo político, el funcionamiento del gobierno, la participación ciudadana en la política, la cultura política –si los “perdedores” en las elecciones aceptan pacíficamente la derrota, si la ciudadanía se muestra activa y ejerce su sentido crítico con la política del país, etc.– y por último el respeto de las libertades civiles.
Los autores del estudio pretenden ser neutrales desde el punto de vista ideológico, aunque se aprecia una mayor identificación con la izquierda –aunque no radical– que con la derecha, como cuando señala que una de las causas del deterioro de la democracia en algunos países europeos es “el fortalecimiento de fuerzas políticas de derecha”. También llama la atención que, entre los motivos del debilitamiento democrático francés, incluya “el énfasis en las raíces cristianas del país durante la presidencia de Sarkozy”. No obstante, salvo estas manifestaciones esporádicas, el texto se limita a evaluar el arraigo de la democracia en las distintas regiones.
Muchas más bajadas que subidas
La puntuación final de cada país resulta de la media de los cinco puntos mencionados, valorados de 1 a 10. Los países que no llegan al 4 son caracterizados como “regímenes autoritarios”; del 4 al 5,9 están los “regímenes híbridos”, donde algunos síntomas democráticos conviven con una realidad fundamentalmente no democrática; entre el 6 y el 8 se sitúan las “democracias deficientes”, con más prevalencia del ingrediente democrático que en la anterior categoría; por último, las “democracias plenas” puntúan del 8 al 10.
Según este baremo, de los 167 países examinados –solo se excluyen los micro-países–, 26 son democracias plenas, 53 democracias deficientes, 33 regímenes híbridos y 55 regímenes autoritarios. El informe se refiere al estado del mundo en noviembre de 2010, y por tanto no toma en cuenta los cambios derivados de la “primavera árabe”. Respecto del informe del 2008, solo 48 países han mejorado sus puntuaciones, mientras que 91 han bajado; 28 países se quedan como estaban.
El informe de 2008 ya daba cuenta de un estancamiento en el proceso de democratización, pero esta vez el parón se ha convertido en retroceso. Además, no se puede achacar a ninguna región en especial: todas experimentan un descenso en su puntuación, aunque destaca, en términos relativos, el bajón de Europa del este.
Por continentes
Pese al debilitamiento de la mayor parte de sus democracias, Europa occidental y Norteamérica siguen copando los puestos de las “democracias plenas”: de las 10 mejores, 8 pertenecen a una de estas dos regiones; las otras dos son Australia y Nueva Zelanda. España aparece entre las democracias plenas en el puesto 18.
Europa del este solo cuenta con un país plenamente democrático –República Checa (8,19)–, mientras que abundan las democracias deficientes, hasta 15, entre ellas Polonia (7,05). De los otros 12 países, 6 son sistemas híbridos y seis autoritarios.
Asia y Oceanía –se toman como una sola región– tienen tantas democracias plenas o deficientes como sistemas híbridos o regímenes autoritarios, y además goza del dudoso honor de albergar el sistema menos democrático del mundo: Corea del Norte. En Sudamérica y el Caribe, la categoría predominante es la democracia defectuosa. Costa Rica y Uruguay representan sus dos únicas democracias plenas, y Cuba es su representación en el capítulo de las dictaduras.
Lo peor corresponde a las regiones de Oriente medio y norte de África –tomadas en conjunto– y al África subsahariana. En el primer caso, 16 de los 20 países que componen la zona están gobernados por un sistema autoritario, y no cuentan con ninguna democracia plena. El África subsahariana no ofrece un panorama tan desolador: una democracia plena –la República de Mauricio– y ocho democracias deficientes, aunque más de la mitad de las naciones viven bajo un sistema autoritario.
A nivel mundial, de los 13 países que han cambiado de categoría, 11 han bajado y tan solo dos, ambos subsaharianos, han subido. Destacan las bajadas de Francia (7,77) e Italia (7,83), a las que el informe considera ahora democracias deficientes.
Las causas del retroceso
Tres factores, según el informe, cooperan en el descenso de la puntuación a nivel mundial. Por un lado, la tendencia democratizadora que sobrevino a la descolonización africana y al colapso del comunismo europeo ya ha terminado. Por otro, los autócratas han aprendido cómo pueden protegerse de la influencia subversiva extranjera: muchos han hecho del control de la energía su arma para aferrarse al poder. Por último, se ha producido un desprestigio de los grandes impulsores de la democracia: las guerras en Irak y Afganistán, sumadas a los problemas internos en EE.UU. y Reino Unido, han socavado la idea de que los sistemas occidentales son el paradigma de la democracia.
A esto hay que añadir los problemas propios de cada región. Desencanto generalizado con la política y de los políticos en Europa del este, poca participación en las elecciones en Sudamérica, corrupción institucionalizada en África y restricción de las libertades por motivos de seguridad en gran parte de Occidente.
Otro de los factores tomados en cuenta es la influencia de la crisis económica. En términos generales, la crisis ha debilitado a las democracias menos estables y ha generado un profundo malestar social incluso en las democracias más avanzadas.
Según señala el informe, la crisis “ha aumentado en algunas economías emergentes el atractivo del modelo chino de capitalismo autoritario”. También ha creado en todo el mundo una especie de “estrés socioeconómico” que ha hecho tambalearse las democracias más débiles.
Por otro lado, la crisis económica ha provocado un aumento del populismo y del sentimiento anti-inmigración incluso en las democracias más establecidas.
Casos paradigmáticos
Algunos países ilustran de manera gráfica los principales problemas que afectan a la democracia por regiones.
El caso de Francia representa el hastío de los ciudadanos europeos hacia la política, una variante típicamente europea. La confianza en los partidos y en las instituciones es una de las más bajas de todo el continente.
Las tensiones entre la modernidad democrática y la nostalgia de “valores asiáticos” y de líderes fuertes y carismáticos es lo que caracteriza el diverso panorama asiático, según el informe. India encarna perfectamente estas tensiones. De acuerdo con el criterio de los autores, India es a día de hoy una democracia deficiente, “a pesar de los esfuerzos de insurgentes y fanáticos religiosos por socavarla”.
Los casos de Venezuela (5,18) y México (6,93) representan a la perfección lo que, a juicio del informe, son los dos principales obstáculos para las democracias sudamericanas: la censura a los medios de comunicación y la violencia a causa del narcotráfico.
Los inmensos recursos energéticos y una forma de Islam marcada por el vínculo antioccidental caracterizan a Irán y a muchos de los sistemas autoritarios de Oriente Medio, aunque en países como Bahrein, Omán y Qatar se han dado pasos hacia una mayor representatividad de los gobiernos.
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