Detroit. Sarah Palin, ex gobernadora de Alaska y ex candidata republicana a la vicepresidencia de Estados Unidos, ha dado origen a un nuevo término en el lenguaje político norteamericano: las mamás oso (“mama grizzly”, en inglés); aquellas mujeres conservadoras, cercanas al Tea Party y generalmente pro vida, que se resisten a permanecer pasivas mientras las elites progresistas cambian algunos valores.
El pasado junio, Palin lanzó un video -animada por su equipo de asesores- que provocó la carcajada de los demócratas. En él, explicaba por qué las mujeres conservadoras de Estados Unidos se oponían a ciertas iniciativas como la reforma sanitaria impulsada por la Administración Obama.
Palin aludió al instinto natural de las madres a proteger a sus hijos. Y utilizó una imagen que se ha hecho famosa en todo el país: “Las madres saben cuando algo va mal. Recuerdo a las enormes osas grizzlies de Alaska, que se alzan sobre sus patas traseras cuando alguien viene a atacar a sus cachorros. Si ustedes pensaban que los toros son demasiado bravos, no les recomiendo que se enfrenten a las mamás oso”.
No es extraño que Palin quiera presentarse como amiga y protectora de las osas grizzlies. En el imaginario colectivo norteamericano, Alaska sigue representando para muchos el último reducto de aire fresco, agua limpia, naturaleza salvaje… Lo que, llevado al terreno político, evoca la espontaneidad del movimiento Tea Party frente a la deriva intervencionista en la que se ha metido Washington. Palin y las mamás oso pueden representar una corriente populista de centro-derecha.
Las mujeres republicanas, de moda
La irrupción del Tea Party en la vida política estadounidense ha coincidido en el tiempo con una mayor visibilidad de las mujeres dentro del Partido Republicano. Hasta hace poco tiempo, daba la impresión de que las mujeres que querían aspirar a cargos políticos relevantes debían simpatizar con el feminismo radical, la financiación pública del aborto o, por lo menos, militar en el Partido Demócrata.
Sin embargo, esto empezó a cambiar tras la designación de Sarah Palin -entonces gobernadora de Alaska- como candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos en 2008. De pronto, una outsider de Washington fue elevada por John McCain a la categoría de estrella política.
Aunque el ticket McCain-Palin no llegó a la Casa Blanca, al menos sirvió para romper el “techo de cristal” que parecían tener las mujeres dentro del Partido Republicano. Y el ejemplo ha cundido.
En las elecciones legislativas celebradas el pasado 2 de noviembre, varias políticas republicanas se presentaron como candidatas a puestos importantes. Unas, como Christine O’Donnell, perdieron frente a sus rivales demócratas; pero otras salieron victoriosas.
En total, ocho mujeres republicanas han obtenido nuevos escaños en la Cámara de Representantes (todavía esta por decidirse uno, que podría ir a parar a la republicana Ann Marie Buerkle). Y en el Senado, Kelly Ayotte ha logrado un escaño.
La llegada de estas mujeres al Congreso ha generado ilusión en la cúpula del G.O.P. (Grand Old Party). “Estoy muy contento con esta inyección de aire fresco en las filas republicanas”, confiesa el congresista Kevin McCarthy (California), que contribuyó a reclutar a varias candidatas del Partido Republicano.
En las elecciones del 2 de noviembre, en las que los republicanos tuvieron un gran avance, el número de escaños ocupados por mujeres bajó por primera vez en 30 años. De las 93 mujeres que ocupaban un puesto en el Congreso se ha pasado a 90 (61 demócratas y 29 republicanas). Con lo que las mujeres supondrán solo el 16,8% de los miembros del Congreso, lo que deja a EE.UU. en el puesto 73 del mundo por representación femenina parlamentaria, al mismo nivel que Turkmenistán.
Rugir, ¿contra qué?
Para ser una auténtica mamá oso no basta con ser mujer y republicana. Tal y como las concibe Palin, la “mama grizzly” (políticas o votantes) han de estar dispuestas a defender a sus cachorros de la transformación cultural y social que están llevando a cabo en Estados Unidos las elites políticas instaladas en Washington.
“No nos gusta esta transformación. Las madres sabemos cuando algo no es bueno para nuestros hijos y nuestros nietos”, explica Palin. “Y vamos a hacer algo para remediarlo, claro que sí. Vamos a dar la vuelta a todo esto. Vamos a llevar otra vez a nuestro país por el camino correcto, cueste lo que cueste”.
Los discursos de Palin en los que alude a las mamás oso son deliberadamente genéricos. En el video publicitario preparado por su comité de acción política, que mezcla escenas de los discursos que Palin ha dado en sus viajes a lo largo del país, no menciona a Obama, ni a los demócratas ni a los Republicanos. Habla en general de mujeres que “se ponen en pie y hablan” y hacen que el país de media vuelta. Tampoco suele aludir a medidas concretas. Se limita a decir que “algo va mal”. Y las mujeres conservadoras se dan por enteradas.
Pero ¿qué se supone que deberían exigir las mamás oso a los políticos? Sin duda, menos impuestos (como reclama el Tea Party). No obstante, no está claro si deberían sacar también sus garras para defender a sus hijos del adoctrinamiento en las aulas promovido por Planned Parenthood, con sus programas de educación sexual, sus preservativos en las escuelas o el aborto ante embarazos de adolescentes, con o sin conocimiento de sus padres.
Tampoco está claro si las mamás oso deberían consentir que en las escuelas públicas se enseñe que el “estilo de vida gay” es tan normal y natural como los matrimonios. ¿No es eso una amenaza para la camada? Seguramente, Palin -madre de cinco hijos y declarada pro vida- piensa que sí. Pero lo cierto es que ni en su video de junio ni en sus mítines da demasiadas pistas.
Reina no coronada del Tea Party
Su estatus como reina no coronada del Tea Party oculta el hecho de que es más alguien de dentro de la maquinaria del partido que esa rebelde como le gusta presentarse. “Sus apoyos a candidatos en este año reflejan una mujer menos empeñada en la pureza ideológica de lo que se cree generalmente”, hace notar Politico.com. En importantes disputas electorales, en Iowa y California, ha apoyado a republicanos moderados en vez de a candidatos más conservadores.
Quizá por eso los anuncios de Sarah Palin están tan vacíos de sustancia. No es por el derecho a la vida o por el rechazo del “gran gobierno” por lo que se supone que las mamás oso deben despertarse y ponerse en marcha con sus pancartas, anunciando que ya basta y que van a hacer algo al respecto (aunque no se sabe qué). Todo tiene que ver con Sarah, cuyas ideas permanecen muy indefinidas a pesar de toda la atención mediática que ha recibido, como la figura más electrizante de la campaña republicana. Ya busque la nominación para la campaña presidencial de 2012 o permanezca como la que capta más fondos, una cosa está clara: Palin no está gastando todo ese tiempo y energía para promocionar la causa pro vida o para volver a un gobierno limitado. Lo está haciendo para promocionarse a sí misma. Ambos objetivos no tienen por qué ser excluyentes, pero tampoco son sinónimos.