Las dos alas Nº5

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El fallecimiento de Benedicto XVI marcó las primeras fechas del nuevo año. Se le ha descrito como “el último Papa de Occidente”, por su hondo interés por la cultura y el diálogo que con ella puede entablar la fe. De ahí que le dediquemos la primera de nuestras conversaciones. La segunda tiene que ver con el debate generado en torno al aborto por ciertas medidas favorables a la vida y a la maternidad. Esta enlaza con otro debate que lleva ya un tiempo abierto, el que tiene que ver con la natalidad y con el curioso fenómeno de que tener hijos se haya convertido en una cuestión problemática (y no solo por cuestiones económicas). La última conversación tiene que ver con la primera, pues, en torno a una interesante (y larga) entrevista se han planteado algunas cuestiones ligadas al futuro y a las raíces de Europa.

Benedicto XVI: cristianismo y cultura

El final de 2022 quedó marcado por el fallecimiento de Benedicto XVI. Los días que rodearon a la noticia estuvieron llenos de publicaciones en todos los formatos (ahí va un HILO con algunas de las que aparecieron). Aunque su personalidad y su papado presentan múltiples facetas, no cabe duda de que una de las principales es el profundo interés por la cultura, y por el diálogo que la fe puede entablar con ella. Muchos han recordado la lección de Ratisbona, con su reivindicación de la verdadera Ilustración; y la (menos conocida) que pronunció en París, sobre la inseparabilidad de la opción por el Lógos (por la inteligencia) y la búsqueda de Dios. Algunos han recordado sus palabras en Auschwitz, que apuntan a la necesaria purificación de la memoria. También han sido señaladas las dos alocuciones a grandes Parlamentos europeos: en Westminster Hall y en el Reichstag de Berlín, donde trató del papel de la fe religiosa en el ámbito de la deliberación política (por cierto que sobre eso había querido hablar también en la Università La Sapienza). Sobre estos textos pueden leerse las reflexiones de V. Lenore o de R. Calleja.

Junto a estos discursos, otros, como M.A. Quintana, han recordado también la conversación con Jurgen Habermas, sobre los fundamentos del orden político, o Marcello Pera, sobre las raíces de la sociedad y la conveniencia de obrar etsi Deus daretur. De hecho, muchas han sido las voces intelectuales que se han pronunciado en distintos países (aquí un HILO con algunos artículos de ámbito anglófono).

Claro que también ha habido otras lecturas más personales: Enrique García-Máiquez hacía una interpretación de su silencio; Armando Pego se fijaba en sus hondas raíces espirituales; y Daniel Capó lo ponía en relación con una figura bien singular, que iluminó otro momento de crisis en la Iglesia, y con el pueblo judío. Además, se ha planteado también la cuestión de si sus empeños fracasaron. Así lo presenta J.M. de Prada; en cambio, J.F. Serrano Oceja considera que no sólo no ha fracasado, sino que tiene una influencia perdurable. Para comprobarlo, quizá sea buena idea acercarse a sus textos, por ejemplo en esta interesante recopilación que reseña J.M. Sánchez Galera.

Se reabre el debate del aborto

La polémica generada por las medidas provida de la Junta de Castilla y León ha vuelto a poner sobre la mesa el debate del aborto. Entre estas propuestas se ofrece a las mujeres que quieren abortar la posibilidad de ver una ecografía 4D y escuchar el latido del corazón del feto antes de tomar la decisión. La reacción en la opinión pública ha sido inmediata y, en algunos casos, feroz.

Desde un sector, el problema se enfoca como un conflicto generado por las creencias religiosas. Así, David Mejía opina que los promotores de esta medida no buscan “que la decisión sea libre, sino en que coincida con sus creencias”. De forma más contundente, Sergio del Molino considera que el aborto es un debate cerrado, y plantea la cuestión como una disyuntiva entre fe y democracia. Óscar Monsalvo contestaba a del Molino en Twitter señalando que, en realidad, lo que se discute no tiene que ver con las creencias religiosas sino con la posibilidad de determinar cuándo hay (o empieza a haber) una vida humana. En la misma línea se sitúa el artículo de Mariona Gumpert, que advierte sobre la arbitrariedad de los criterios en los que se refugia el actual sistema de plazos. Señala, además, las consecuencias que eso puede tener, como la reciente ley colombiana, que amplía el plazo a los seis meses, o la sentencia en Reino Unido, que permite abortar fetos con síndrome de Down hasta el mismo momento del parto.

Por su parte, Pablo de Lora, justifica las medidas propuestas por el gobierno autonómico como “una aceptable forma de tomarse en serio el valor de la vida humana en formación”. Para él, en la búsqueda de un equilibrio en la ponderación de intereses, es profundamente incoherente plantear el aborto como un derecho, o considerarlo un núcleo esencial de la democracia. Juan Manuel de Prada rechaza precisamente esta argumentación apuntando que “el derecho es determinación de lo que es justo, no protección de todas las opiniones”. A fin de cuentas, la oferta de una prueba de latido fetal sigue dejando en manos de una opinión subjetiva si esa vida merece seguir viviendo. En ese sentido, Quintana Paz pone el foco en la preocupante falta de interés por la verdad que late detrás de las reacciones desproporcionadas a una medida que, en definitiva, no hace más que ofrecer información (sin imponerla). En cambio, reconociendo que es tan poca cosa, García-Máiquez ve en el pequeño paso un gesto prometedor; mientras Pilar Marcos recoge los datos de maternidad y aborto en España, así como lo que podría significar ofrecer nuevas ayudas.

Otra cuestión es la que plantea Victor Lenore, que vaticina que el número de personas antiaborto habría crecido (no se mide desde 2011). Justifica esta intuición basándose en el crecimiento de expresiones culturales que han puesto la maternidad en el foco, como explicamos también en este servicio de Aceprensa. En ese sentido, ha dado mucho que hablar la columna de Chapu Apaolaza, en la que compartía un relato personal: “escuchar el latido de mis hijos cambió mi vida en general y mi visión del aborto en particular”.

Familia: ¿temeridad o valentía?

Si a finales del año pasado el asunto de los perrhijos abría un interesante intercambio de ideas acerca del amor, el poliamor y la p/maternidad, del que ya hablamos, una reciente entrevista a Eduardo Casanova ha devuelto el debate a la pregunta por si conviene o no tener hijos. El actor mira con miedo al mundo en que vivimos y señala que, ahora mismo, tener hijos es un acto completamente egoísta, fruto del instinto de reproducirse que tiene el ser humano.

En respuesta a esos miedos, Alfonso Paredes hace una llamada a abrazar una nueva valentía: la de tener hijos. Propone ejercer esa nueva valentía, no con miras estadísticas o económicas, sino sabiendo que un mundo sin niños es un mundo sin esperanza. En esta misma línea se había manifestado poco antes Julio Llorente. Este defiende que “cada recién nacido porta una esperanza” y que, por dura, intensa y complicada que sea la vida, esta siempre merece ser vivida. Dos artículos, pues, que se suman a la reflexión sobre la p/maternidad de los últimos meses.

Futuro (y raíces) de Europa

Joseph Weiler, conocido por sus trabajos sobre el proceso de integración europea (Una Europa cristiana, 2003) y sus reflexiones sobre el papel de la religión en la esfera pública, conversa con Juan Claudio Ramón en una interesante y profunda entrevista (de cierta extensión). El académico, judío prácticante, reclama la impronta cristiana del proyecto europeo, defiende la libertad de expresión ante el clima intelectual de cancelación que observa en los Estados Unidos, denuncia el efecto negativo del laicismo radical en forma de sociedad de derechos que olvida los deberes, y propone una correcta interpretación del estado aconfesional en su justa relación con las religiones. De hecho, Weiler es conocido también por haber sido el abogado que defendió ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos el derecho a exhibir crucifijos en las aulas de las escuelas públicas. ¿Atenta eso contra la neutralidad de la educación? En absoluto. Para Weiler, no hay ningún problema en que “la gente exprese lo que es. Esto es la neutralidad: no discriminar entre religiosos y no religiosos de ninguna manera”.

Sobre lo que le sucederá a Europa cuando deje definitivamente de lado su inspiración cristiana ha escrito Quintana Paz, haciéndose eco del debate intelectual en torno al libro de Chantal Desol El final de la Cristiandad. El nuevo paganismo que llega no se refleja tanto en la reducción en el número de los que profesan la fe cristiana (cuestión que ha sido comentada por J.F. Serrano Oceja), sino más bien en que las ideas cristianas no tienen ya un peso decisivo en el debate público, ni un reflejo real en la configuración social y política. En definitiva, el final de la Cristiandad significa un cambio en términos de civilización. Algunas señales de esta deriva son la sacralización de la naturaleza (ver el número 4 de este Newsletter) o el politeísmo, en cuanto validación de cualquier mito, al que ha llevado el relativismo cultural.

Miscelánea

 

  • Educación: dio muchas vueltas por redes una (relativamente) larga reflexión que el profesor D. Arias-Aranda compartió en su Linkedin. De posibles futuros de la educación superior van también algunas tendencias que se observan ya en Estados Unidos.