Por qué renegué de Fidel Castro

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«Benigno» es el apelativo con que le conocen en Cuba. Daniel Alarcón Ramírez luchó por la revolución cuando tenía 17 años, fue seguidor del «Che» Guevara y uno de los pocos supervivientes de su aventura boliviana, ha entrenado en Cuba a miles de guerrilleros latinoamericanos y de otros países. También ha intervenido en campañas militares en África y ha dirigido durante años las cárceles cubanas. Desde 1995 vive exiliado en Francia y acaba de publicar un libro en el que explica su ruptura con Fidel Castro.

«Benigno» fue coronel del Ministerio del Interior hasta que se retiró en 1993. Dirigió el entrenamiento de extranjeros que aprendían en Cuba los métodos de la guerrilla. «En algunos momentos -dice en una entrevista a Le Monde (3-V-96)-, tenía hasta 2.500 alumnos a la vez: latinoamericanos, africanos, palestinos e incluso asiáticos».

«Pero todo movimiento, todo partido que venía a preparase a Cuba, regresaba dividido. (…) Cuba quería dirigir o influir en la política de todos los movimientos y partidos de África y de América Latina para servir a sus propios intereses». Esto acarrearía la muerte de uno de sus amigos, el líder dominicano Francisco Camano Deno. Ante lo cual tuvo que guardar silencio: «Cuba es un país -dice- donde se enseña a la gente a romper los lazos de amistad por razones de seguridad».

Asegura que en su país vivía bien, en el municipio de Sierra Maestra de La Habana, junto con otros compañeros que lucharon en la revolución. A él no le faltaba nada, por su condición de personaje destacado de la revolución. El problema era ver la pobreza de sus vecinos: «Ya no soportaba más ver que les faltaba todo, en primer lugar los alimentos. (…) Era imposible vivir una jubilación serena en esas condiciones, y desde hace mucho quería marcharme».

Respecto a la intervención cubana en las guerras de África dice: «Como todos los cubanos, he tenido el sentimiento de combatir en Angola por una causa justa y clara, en contra del régimen racista de África del Sur. Pero la expedición de Etiopía, la guerra de Ogaden, sembraron la duda en todos (…) Para mí, el golpe decisivo ha sido, sin embargo, volverme a encontrar al frente de las prisiones, a comienzos de los años 80. Allí he visto tratos injustos, asesinatos impunes de detenidos, y he podido comprobar la corrupción de la administración. (…) Empecé a ver qué significa la clase de los privilegiados en el seno del régimen. He visto su impunidad, la forma que tienen de promover a sus hijos, de vivir aparte y mejor que el resto del país».

Piensa que desde el exilio no puede hacer todo lo que quiere por su país, pero sí más que viviendo allí. A sus 56 años, señala cómo ha cambiado su perspectiva: «Durante mucho tiempo he creído que la lucha, entrenar hombres para combatir, era algo muy noble. Pero ya no necesito las armas. Veo la guerra como algo desastroso».

En el libro que acaba de publicar Fayard -Vie et Mort de la Révolution Cubaine-, «Benigno» anuncia desde el comienzo su ruptura con Fidel Castro, tal vez la deserción más sonada de las que ha soportado el líder cubano. Con crudeza, desorden y continuas digresiones revive el fracaso del «Che» Guevara en Bolivia, cuenta dos intentos de atentado contra Castro o sus recuerdos de la formación de guerrillas y sus campañas internacionales en África.

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