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Guerrilla, «calcio» y sueños democráticos

publicado
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México D.F. Recientes comunicados del «Subcomandante» Marcos, disponibles en www.ezln.org, anuncian «una iniciativa política de carácter nacional e internacional» que pondrá en marcha su grupo, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). La propuesta pretende formar «una alternativa de izquierda para México» mediante alianzas con organizaciones de la misma tendencia. A la vez, el EZLN ratifica que mantendrá el cese el fuego. Los detalles de la iniciativa aparecen en la «Sexta Declaración de la Selva Lacandona», hecha pública en tres entregas a partir del 20 de junio.

Es indudable el prestigio europeo del movimiento zapatista, en particular en Italia y Francia. La percepción desde México, sin embargo, es muy diferente. Sólo una fracción pequeña de mexicanos toma aún en serio ese discurso.

En realidad existen dos «Subcomandantes» Marcos: el que se conoce en México, el hazmerreír de muchos, caricaturizado como diva cuando no ignorado, «démodé», y el considerado guerrillero vigente, con las manos en el fusil, romántico luchador de los indígenas en foros internacionales vía Internet, que publica sus comunicados en muchos idiomas, que cita a Stephen Stills y condena las maniobras contra civiles por parte de ETA, Al Qaeda, el ejército norteamericano, israelíes o palestinos.

El Chiapas actual

El Presidente Fox prometió resolver el asunto de Chiapas «en 15 minutos». Lejos de desahogarlo, lo silencia, y desde la «Marcha» de los zapatistas al Zócalo de la Ciudad de México en la primavera de 2001, prácticamente lo ignora. La presencia de los encapuchados en la opinión pública ha menguado hasta casi desaparecer. Si bien Marcos consiguió llamar la atención sobre la problemática indígena, su falta de seriedad lo ha traicionado. El politólogo Lorenzo Meyer apunta que el zapatismo está más presente como ideología que como grupo de resistencia (cfr. «Reforma», 30-06-2005).

El EZLN no ha conseguido ninguna mejoría digna de ser reconocida. En la «Primera Declaración de la Selva Lacandona» se leía: «Los dictadores están aplicando una guerra genocida no declarada contra nuestros pueblos desde hace muchos años, por lo que pedimos tu participación decidida apoyando este plan del pueblo mexicano que lucha por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Declaramos que no dejaremos de pelear hasta lograr el cumplimiento de estas demandas básicas de nuestro pueblo formando un gobierno de nuestro país libre y democrático».

«Sueños guajiros», se dice en México: utopías. Los datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática muestran que Chiapas es el estado con el menor desarrollo educativo, con sistemas de salud muy por debajo de la media nacional, que el porcentaje de desempleados con estudios universitarios es casi del 60%, que casi el 40% de los indígenas chiapanecos es monolingüe, la tasa más alta del país, y que las viviendas son deficitarias.

La paciencia de los indígenas agoniza tras once años y medio de «resistencia». El éxodo de chiapanecos a Estados Unidos es alarmante; el Servicio Internacional para la Paz (SIPAZ) calcula que el número de chiapanecos que emigran a Estados Unidos es de por lo menos 30.000 al año. Algunos movimientos feministas responsabilizaron hace poco a la militarización del aumento de madres solteras y mujeres violadas en la región; lamentaron también la «feminización» del campo, que lo torna altamente improductivo. Chanal, por ejemplo, es uno de los municipios más pobres del país; el sitio de las fuerzas zapatistas, lejos de resolver su marginación, la agudiza.

Por lo demás, el Estado de Derecho en Chiapas es frágil. Algunos indígenas abusan de su condición para establecerse por encima de la ley. Hay zonas, como La Hormiga, a las afueras de San Cristóbal, que son territorio intocable para la policía e incluso el ejército. En más de una ocasión, la respuesta a operativos y cateos ha sido el vandalismo. La Secretaría de la Defensa Nacional sostiene que encontró plantíos de mariguana en zona zapatista, declaración desmentida por la prensa de izquierda.

El último Marcos

El eterno enemigo de Marcos es el liberalismo político. En sus últimos comunicados, el «Subcomandante» critica a Martha Sahagún y arremete contra Andrés Manuel López Obrador, acaso el candidato más fuerte para ganar las elecciones presidenciales del año próximo. ¿Qué ha hecho Marcos? Marcos se queja, Marcos condena. Y cuando no se queja ni condena se entretiene con el fútbol: en mayo trataba de organizar partidos de calcio contra el Inter de Milán. Hablaba, entre burlas y veras, de enfrentarse siete veces en distintos países para ayudar a los necesitados con el dinero que recaudaría (cfr. «Carta al Inter de Milán» en www.ezln.org). Pero eso fue a mediados de mayo y no se ha vuelto a tener noticias del calcio.

Después de la guerrilla frustrada y el aparente fracaso futbolístico, el ingenioso Marcos ha querido resucitar. Convocó a sus huestes a una reunión masiva, llamó a consulta a sus tropas insurgentes, acuarteló a sus tropas regulares, interrumpió las transmisiones de Radio Insurgente, cerró las oficinas de las Juntas de Buen Gobierno y del Centro de Información Zapatista, anunció la reorganización de «la estructura político-militar» del EZLN. El comunicado del 20 de junio notifica que el paso inminente pone en riesgo «lo mucho o poco que se ha logrado», por lo cual reconoce la libertad moral de «los y las zapatistas» de seguir enrolados en el «Ejército». Una semana más tarde, informó que el 98% de «las decenas de miles» de guerrilleros aprobaron la propuesta.

Marcos pretende incorporarse a la política nacional de una manera novedosa. Una comitiva de zapatistas recorrerá «todos los rincones posibles de nuestra patria» con el afán de reclutar «personas y organizaciones de izquierda» hasta conseguir una nueva Constitución. Algunos analistas mencionan la posibilidad de que el EZLN se convierta en un partido político.

Sin embargo, el escenario político nacional ha atendido otros menesteres, tales como las elecciones a gobernador del Estado de México, y, en general, la atención pública se ha vertido sobre el fútbol. De suerte que sus últimos mensajes han tenido poca resonancia «ad intra». Fox se ha limitado a responder cortésmente a las peticiones del «Subcomandante» y, acto seguido, las ha archivado. Sabe que los chiapanecos no provocarán otra revuelta con sus fusiles de madera, y su agenda tiene otras prioridades.

Lo predecible es que la nueva Constitución se firmará en los vestidores del estadio Giuseppe Meazza.

Enrique G. de la Garza

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