Nostálgico western bien escrito, dirigido e interpretado, que supone una buena incursión de la industria española en un género clásico de Hollywood. Cojea por la simplicidad de la trama y la falta de acción.
León de Aranoa es fiel a sus constantes cinematográficas: mira a seres humanos concretos y sus problemas, y de ahí extrae una pesimista radiografía social del momento.