A pesar de ciertas concesiones a lo políticamente correcto, la película convence por las extraordinarias interpretaciones y por no caer en anacronismos.
La adaptación de la novela de Ian McEwan es una película turbia, adulta, densa y premiosa. La salva Saoirse Ronan con su interpretación de una joven recién casada incapaz de afrontar la noche de bodas.