Ocaso y amanecer de Francisco en Semana Santa

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Ocaso y amanecer de Francisco en Semana Santa
El Papa saluda a los fieles al término de la Vigilia Pascual, 30-03-2024 / Daniel Ibáñez- ACI Prensa

Roma.— La salud del Pontífice fue puesta a prueba una vez más durante la intensa agenda de Semana Santa. Las dudas que suscitaron algunas ausencias perdieron fuerza cuando el Papa reapareció pronunciando sus mensajes y expresando preocupación por los conflictos que azotan al mundo.

La voz fatigosa del Papa Francisco recorre la Plaza de San Pedro el Domingo de Ramos. También se oye el silencio en el momento previsto para la homilía. Está fresco el recuerdo del atentado en la sala de conciertos de Moscú y las medidas de seguridad en el Vaticano se endurecen. El Papa no ha predicado, pero al final de la Misa se ha solidarizado con las recientes víctimas en Rusia y ha vuelto a insistir, como todos los domingos desde el inicio de la guerra: “No olvidemos a la martirizada Ucrania”.

El cielo indefinido de ese día, con sus rachas de sol y nubes amenazantes de tormenta, ha sido el retrato perfecto de la semana más importante del año para los católicos: Lunes Santo, sólo se habla de la no-homilía. Martes Santo, llueve torrencialmente. Miércoles Santo: continúa el diluvio. ¿Habrá audiencia? Francisco, que, por sus problemas en la rodilla, últimamente se traslada en silla de ruedas, ingresa en el Aula Pablo VI andando. ¿Habrá catequesis? El Pontífice lee de forma completa el texto que preparó sobre la paciencia. Por la tarde se abre el cielo.

Es Jueves Santo y la tradición que inició este Papa permanece intacta. Aunque ya no pueda arrodillarse, encuentra la manera de lavar los pies a doce mujeres detenidas en una cárcel de Roma. Las nubes de las dudas sobre la salud del Papa se disipan cuando el programa previsto por el Vaticano para esta Semana Santa continúa su curso, y preside el oficio del Viernes Santo en la Basílica de San Pedro.

Cae la noche en el Coliseo Romano. El escenario está preparado para vivir el Vía Crucis con la presencia del Pontífice que este año, por primera vez, ha redactado los textos para la meditación de las catorce estaciones. Se trata de un texto poético, enmarcado en el Año de Oración que Bergoglio previó como preparación del Año Jubilar que la Iglesia Católica celebrará en el 2025. Tres horas antes empieza a congregarse el “pueblo fiel de Dios”, como le gusta llamarlo a Francisco. Se encienden las antorchas, se prueba el sonido. En la colina del Palatino, ubicada enfrente al anfiteatro de Flavio, está preparada la carpa con la sede del Papa que permanece vacía, incluso cuando se hace la hora de inicio. Al mismo tiempo que el locutor anuncia la inesperada ausencia, se asoman ágiles los hombres de seguridad para retirar la silla que no ocupará Francisco. La oficina de prensa explica la medida: “Para conservar la salud en vista de la Vigilia de mañana y de la santa misa del domingo de Pascuas.” El silencio de los fieles se funde con el clima de esa noche triste, pero al final, cuando un reemplazante lee las palabras que debería haber pronunciado el Papa se oye un fuerte grito entre la multitud: “¡Viva el Papa!”

Si los titulares del Lunes Santo fueron sobre la “no-homilía”, los del Sábado Santo se refieren a “la silla vacía”. Aumentan las especulaciones sobre la presencia del Papa en la Vigilia. El resguardo del sábado cobra todo su sentido cuando transcurre la ceremonia y Francisco, se presenta en plena forma, haciéndole guiños a los catecúmenos que reciben el Bautismo y la Confirmación, cuando recorre el pasillo de la inmensa Basílica y se llena del espíritu que le contagian los miles de fieles que se han reunido esa noche y lo aplauden con fuerza.

Pocas dudas quedan sobre si el Papa estará presente el Domingo de Pascua en la Plaza de San Pedro. Una década de pontificado y un mundo azotado por la violencia permiten también pronosticar qué dirá en su mensaje Urbi et Orbe. Pero aún en su modo predecible, Francisco siempre sorprende en sus giros y propuestas demostrando que sus limitaciones físicas no impiden que su espíritu continúe activo y creativo: ha recorrido los conflictos mundiales, desde la mirada triste de los niños que se preguntan ¿por qué?; ha lanzado una súplica pidiendo que se respeten los principios del derecho internacional, sugiriendo una solución concreta: “un intercambio general de todos los prisioneros entre Rusia y Ucrania”, y lo ha hecho regalando un titular que evoca el “Todos, todos, todos”, que lanzó en la última JMJ de Lisboa, invitando a la Iglesia a abrir sus puertas. Esta vez, ha agrandado las fronteras y llevado más lejos esa propuesta pidiendo en su mensaje al mundo: “¡Todos por todos!”

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