Richard Stith

A menudo se dice que un embrión no puede tener derecho a la vida como una persona adulta, ya formada. Esta manera de pensar se basa en un error muy extendido hoy: la idea de que un no nacido es un individuo “en construcción”, pero los seres humanos no son fabricados como los coches.
La legalización del aborto, que suele presentarse como una liberación de la mujer, inevitablemente lleva a que el hombre quede descargado de su responsabilidad respecto a su hijo concebido. Por eso, el aborto a petición perjudica a la parte más débil.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.