Alberto Serna

Después de la muerte de Mao, en China se dio una tolerancia creciente del fenómeno religioso, pero el régimen sigue considerando que la religión es un fenómeno que debe ser controlado por el Estado.
La conjunción de la crisis económica y las Olimpiadas de Beijing hizo de China uno de los grandes protagonistas de 2008. El mundo occidental se pregunta si finalmente habrá llegado la hora de que se cumpla la profecía napoleónica sobre el “gigante dormido”.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.