Estos días están poniendo de relieve algo que los estudiosos del envejecimiento llevaban tiempo señalando: es vital una red de relaciones positivas de proximidad.
El Papa levanta el secreto pontificio sobre las causas de abusos de menores, a fin de facilitar la colaboración con las autoridades civiles y las víctimas.
La percepción de los mayores como un problema empieza a ser contrarrestada con otra en la que ellos mismos se ven como protagonistas de sus vidas, con mucho que aportar.
Las nuevas disposiciones sobre las obligaciones de los obispos y sobre los procedimientos para responder a las denuncias van más allá que el vademécum para las diócesis que se había anunciado.
La reunión de obispos y superiores religiosos con el Papa ha subrayado la centralidad de las víctimas, la necesidad de transparencia y el papel de los laicos.