Software y abuelas generosas para las familias modernas

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The Wall Street Journal trata con frecuencia la conciliación entre trabajo y familia. La mayor dificultad está en encontrar tiempo. Los calendarios informáticos están sirviendo para organizar mejor el tiempo que se dedica a la familia, pero cuando aparecen las dificultades, el software deja paso a mamá, como siempre. Seleccionamos tres artículos que hablan de la cuestión.

En uno de los artículos (27 marzo 2002), Sue Shellenbarger escribe que la expresión «déjame que mire la agenda» era un insulto cuando se decía a la persona amada, pero ahora es una tendencia. «Cada vez más personas ponen al cónyuge y a los hijos en sus calendarios y agendas electrónicas para poder hacerles un hueco».

Los cursos de gestión del tiempo enseñan cómo hacerlo: animan a los participantes a trazar planes semanales con su familia y a dar prioridad alta a esas citas. Los programas informáticos fomentan esta práctica, pues incluyen campos para la familia y los amigos en las tareas diarias y avisan cuando se acerca la hora convenida. «Según Geoffrey Godbey, profesor de la Universidad de Pennsylvania y coautor de Time for Life, ‘antes se dedicaba al trabajo un tiempo previsible, en un lugar determinado, y el resto del día se dedicaba al cónyuge, los hijos y los amigos’. Pero ahora que las personas trabajan muchas horas y con horarios muy cambiantes, la jornada ya no es tan previsible. Como tampoco el tiempo que dedicamos a los más allegados. Y así, el cónyuge, los hijos y los amigos corren el riesgo de quedar arrinconados al final del día».

Shellenbarger se ha servido de las peripecias de la familia de Jeri Rosenbaum para su reportaje. Según Rosenbaum -que trabaja, tiene tres hijos y está casada con un abogado-, «el tiempo es un concepto inventado por el ser humano. No lo encuentras. No está debajo de la mesa, no es como encontrar un dólar en el bolsillo. Tienes que fabricarlo».

La informática está ayudando a los miembros de la familia a dedicarse tiempo, pero cuando no hay de dónde sacarlo, los matrimonios jóvenes acuden a quien siempre ha tenido tiempo para ellos: mamá. Tara Parker-Pope y Kyle Pope cuentan (24 marzo 2002) que la madre de Tara -de 59 años- sigue sacándolos de apuros cuando apremian los plazos de entregar trabajos y se amontonan las dificultades. «En realidad, sigue haciendo lo mismo que ha hecho durante 40 años de matrimonio y profesión. Como muchas otras madres, se ha echado a sus espaldas una parte desproporcionada de las cargas familiares, dejando a un lado sus objetivos personales y sus propias necesidades para ayudar a que los demás tengan una existencia relativamente normal».

El artículo relata las renuncias de esta mujer; los trabajos que ha dejado para seguir a su marido a otra ciudad; cómo ha cuidado de los nietos cuando alguna de sus hijas pasaba dificultades; cómo ha afrontado y superado el cáncer; y el apoyo moral que brinda, como levantarse a las cuatro de la madrugada para telefonear a su marido, que ahora vive en Australia.

La madre de Tara «no cree que su sacrificio sea mayor que el de su marido, cuyo trabajo le permite pagar las facturas y le da libertad para ayudar a la familia. Pero la realidad es que nadie hubiera deseado abandonar la carrera profesional para asegurar que el resto de la familia vive sin problemas. Y nos preguntamos si hay aquí un salto generacional; si es una de las últimas mujeres de estas características. La historia de la madre de Tara es la de las renuncias personales para cuidar a la familia, pero hoy los matrimonios son muy distintos. Muchos cónyuges, como es nuestro caso, tienen profesiones similares y contribuyen casi por igual al sostenimiento de la familia. Cuando estas familias modernas pasen alguna crisis, ¿estará alguno de los dos dispuesto a dejarlo todo para sacar adelante a la familia?».

El artículo provocó reacciones de los lectores, que los Pope publicaron unos días después (31 marzo 2002). Una lectora escribía: «En mi familia saben que mi madre es la única a la que se puede llamar en caso de necesidad. No sé si en nuestro caso seríamos tan generosos. Pero espero que las familias modernas al menos lo intentarán…».

También escribieron algunas abuelas. Una de ellas, de 59 años, decía que «hoy, por ejemplo, terminaré de trabajar a las 5.30 de la tarde y entonces iré a casa de mi hija a cuidar de mis dos nietos pequeños hasta que mi hija vuelva del trabajo a las 9 o las 10 de la noche».

Algunos lectores han aprovechado para preguntarse si ellos estarían dispuestos a dejar su carrera profesional por la familia; casi todos coinciden en que la mayoría de los jóvenes que ahora llaman a sus madres pidiendo ayuda, serán llamados en el futuro.

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