La fecundidad bajo mínimos coexiste con deseos de natalidad reprimidos

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Encuesta sobre fecundidad y familia en España
La Encuesta sobre Fecundidad y Familia en España (1), recientemente publicada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), refleja el paulatino crecimiento del uso de anticonceptivos, la baja de la natalidad y el aumento de los nacimientos fuera del matrimonio, entre otros datos relevantes. En veinte años, la tasa de fecundidad española ha experimentado un rápido descenso, hasta convertirse en una de las más bajas del mundo (1,2 hijos por mujer), muy por debajo del nivel necesario para asegurar el reemplazo generacional. De seguir esta tendencia, según el informe del CIS, la población española se estancaría en el año 2000 y comenzaría la cuesta abajo al pasar la primera década del siglo XXI.

Entre los motivos que explican que la tasa de fecundidad en España haya bajado un 50% en las dos últimas décadas (ver gráfico 1), uno de los más importantes es el abundante uso de anticonceptivos. Los emplean el 60,8% de las entrevistadas casadas. Además, si se añade la esterilización quirúrgica, el porcentaje aumenta hasta el 81%. La encuesta revela que en la última década se ha producido un gran aumento en la esterilización quirúrgica.

Los datos del CIS reflejan los comportamientos de hombres y mujeres que en el momento en que se realizó la encuesta, en 1995, tenían entre 18 y 49 años. La comparación entre las distintas cohortes de edad revela lo que se ha llamado una progresiva «liberalización» de la conducta sexual. Sin embargo, los encuestados, en su mayoría, se declaran a favor del matrimonio y afirman que desearían tener más hijos.

Más temprana iniciación sexual

Un ejemplo claro de los cambios en las conductas es la edad de iniciación sexual. La edad media en la primera relación sexual de las mujeres nacidas en los años 50 era de 23,2 años (tres menos en el caso de los hombres). La media desciende a los 20,1 para las nacidas en 1971-75 (1,4 años menos para los hombres de esa edad).

Como se puede suponer, esta evolución significa un aumento de relaciones sexuales fuera del matrimonio. Para las mujeres nacidas entre 1945 y 1950, apenas había diferencia entre la edad a la que mantenían la primera relación sexual y la edad a la que contraían matrimonio (23,2 y 23,7 años, respectivamente). En cambio, la distancia es notable para las nacidas entre 1960 y 1965: la primera relación sexual se produce como media cuatro años antes de la unión, ya sea en matrimonio o en pareja de hecho.

No obstante, según concluye la encuesta, la pauta general es que el primer hijo llegue cuando la pareja ya está casada. En ese caso están el 93% de las mujeres y el 90% de los hombres. Sólo el 2%, tanto de mujeres como de hombres, formaban una pareja de hecho en el momento de tener el primer hijo, y el 4% de las mujeres y el 7% de los hombres no convivían en pareja. De todas formas, la proporción de hijos extramatrimoniales ha ido en aumento desde 1970 hasta alcanzar un 11,1% del total (ver gráfico 2).

Bodas más tardías

El desempleo, el coste elevado de las viviendas y la autonomía cada vez mayor de la mujer son, según la encuesta, los principales motivos de que las generaciones más jóvenes se casen más tarde. Por ejemplo, mientras que las mujeres nacidas en 1955-60 comenzaron a convivir a los 22,8 años, las mujeres diez años más jóvenes iniciaron la unión matrimonial o de hecho a una edad media de 24,6 años.

Como las relaciones extramatrimoniales son poco fecundas, el matrimonio tardío supone el retraso en el nacimiento del primer hijo. La edad media de la primera maternidad se sitúa hoy en los 28,4 años, tres años más que en 1980. De este modo, se reduce la vida fértil de la pareja, y el proceso culmina en familias con pocos hijos. El gráfico 3 muestra la tendencia general a tener menos hijos por parte de las generaciones más jóvenes, si bien las más recientes pueden no haber alcanzado su descendencia final.

Esta tendencia a la reducción de la fecundidad viene reforzada por otro fenómeno que detecta la encuesta: el aumento de la distancia entre la celebración del matrimonio y el nacimiento del primer hijo. El retraso del calendario de la fecundidad resulta evidente en la evolución del porcentaje de primogénitos dados a luz por mujeres mayores de 30 años: 11,3% en 1975, 20,5% en 1990 y 34,8% en 1995.

A consecuencia de la reducción del número de hijos por familia -pero también por el aumento de la longevidad media, gracias a los progresos sanitarios-, se observa ya un sensible envejecimiento de la población. En 1950, los españoles menores de 14 años eran el 26,2% de la población, y los mayores de 65 años, el 7,2%; en 1995, las proporciones eran el 19,4% y el 13,8%, respectivamente.

Hijos «no deseados»

Entre los factores que contribuyen a la disminución de la fecundidad, el aborto tiene una importancia relativamente menor, pero creciente. La encuesta muestra que el aborto viene a ser una forma de contracepción, más frecuente entre la población que más practica las relaciones extramatrimoniales.

Ya hemos visto que la mayor actividad sexual de los jóvenes no se traduce en un mayor número de hijos. Además, las mujeres menores de 25 años (23% de las encuestadas) protagonizan el 40% de los abortos legales que se producen en España. El recurso al aborto crece conforme pasan las generaciones.

En efecto, en la cohorte de edad que en 1987 tenía entre 15 y 19 años, la proporción de embarazos que terminaron en aborto estaba en el 7,6%; en 1995, el porcentaje había subido al 36,6% de los embarazos de mujeres que componían esa cohorte. En cualquier caso, hay que aclarar que las respuestas sobre el aborto en este tipo de encuestas no son del todo fiables.

Pese a todo, la encuesta del CIS muestra una contradicción en torno a lo que en se ha llamado «hijos no deseados». Los resultados reflejan que las mujeres españolas quieren tener más hijos de los que tienen realmente. Si se compara maternidad y nivel de estudios, las únicas que se acercan al número medio de hijos que consideran ideal son las mujeres con estudios primarios: tienen 2,1 hijos, aunque les gustaría tener un número algo mayor (2,5). Las mujeres con estudios secundarios desean una media de 2,1 hijos, aunque luego se quedan en 1,1; y las de nivel universitario querrían tener 2,2 hijos, pero en realidad tienen una media de 0,7. La baja tasa de las universitarias puede tener como causas, según las autoras de la encuesta, el coste de oportunidad laboral que les supondría mantenerlos y la escasez de guarderías asequibles económicamente.

El matrimonio es mayoritario

Por lo que se refiere a la convivencia en pareja, el matrimonio sigue siendo la forma más común. De los 6.012 entrevistados, el 65% de las mujeres y el 55% de los hombres vive en pareja: la gran mayoría, si se tiene en cuenta que el 23% de las mujeres y el 29% de los hombres de la muestra son menores de 24 años. De ellos, tienen hijos en el hogar 9 de cada 10 mujeres y 8 de cada 10 hombres.

Así pues, la mayoría de los españoles pefiere el matrimonio a las denominadas formas alternativas de convivencia en pareja. El porcentaje de parejas de hecho es muy pequeño (4%), y su crecimiento no compensa el descenso de la nupcialidad. No puede decirse que la unión consensual sea, en general, la opción de los que ahora no se casan.

De todas formas, hay una parte de la población que escoge la unión de hecho como primera forma de convivencia en pareja. Esta tendencia es más común entre los hombres que entre las mujeres. Por ejemplo, el 21% de los varones nacidos a comienzos de los años 60 había optado por unión de hecho al cumplir 29 años, frente al 11,1% de las mujeres. Además, aumenta entre las generaciones más jóvenes la inclinación a convivir en pareja de hecho.

Por otro lado, la cohabitación previa al matrimonio da peor resultado que casarse directamente. Entre las mujeres nacidas a finales de los años 60, sólo el 3,7% de las que se casaron directamente se había separado después de 5 años. Las que iniciaron su relación con una unión consensual se separaron en un 26% de los casos al término de ese plazo. No obstante, hay que tomar los datos con precaución, debido al escaso número de uniones consensuales entre los encuestados.

El matrimonio es la forma de convivencia más común también entre los jóvenes. En el segundo ciclo de vida familiar (30-34 años), tres cuartas partes de las encuestadas tienen hijos y pareja. La mayoría están casadas, y sólo un 2% vive en pareja de hecho.

Familias monoparentales

Tampoco las familias monoparentales proliferan excesivamente. Están en esa situación un 4% de las mujeres encuestadas y un 1% de los hombres. La mayoría de los encuestados con familia monoparental superan los 30 años, si bien en el caso de los hombres, la edad media es mayor.

En cuanto a la opinión general en torno al matrimonio, los encuestados se muestran mayoritariamente a favor. Respecto a la frase «el matrimonio es una institución anticuada», el 71% de las mujeres y el 69% de los hombres de entre 18-19 años dijeron estar en desacuerdo. Lo mismo opinan el 82% de las mujeres y de los hombres que en el momento de la encuesta contaban entre 45 y 49 años, es decir, la cohorte de mayor edad.

Sin embargo, también un grupo amplio respalda otro tipo de comportamientos. Por ejemplo, a la mayoría le parece bien la afirmación «si una mujer quiere tener un hijo por su cuenta, y no quiere tener una relación estable con un hombre, debería poder hacerlo». Un 86% de las mujeres y un 82% de los hombres de entre 18 y 19 años están de acuerdo, al igual que el 79% de las mujeres y el 71% de los hombres de entre 45 y 49 años.

Jordi Benítez_________________________(1) Margarita Delgado y Teresa Castro Martín. Encuesta de Fecundidad y Familia 1995 (FFS). Col. «Opiniones y Actitudes», n. 20. Centro de Investigacaciones Sociológicas. Madrid (1998). 181 págs. 686 ptas.

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