«Humanae vitae»: una resistencia ética a la manipulación

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Al cumplirse 25 años de la Humanae vitae, Mons. Elio Sgreccia, secretario del Consejo Pontificio para la Familia, escribe en L’Osservatore Romano (edición en español, 6-VIII-93):

(…) Sabemos que la Humanae vitae pide que la procreación se confíe a la responsabilidad de los esposos y que ésta, a su vez, respete el orden establecido por el creador en la transmisión de la vida humana, orden ínsito en la estructura de la persona y de la sexualidad (orden de la naturaleza). (…) Pero nos preguntamos ahora: la Humanae vitae, por su parte, ¿ha hecho algo muy importante en el mundo, además de haber lanzado un llamamiento a la responsabilidad de los esposos ante Dios?

A nuestro juicio, la Humanae vitae ha constituido y constituye, sobre todo, para decirlo con las palabras del filósofo Levinas, una señal de resistencia ética; la resistencia ética que se opone al mundo occidental enfermo de idolatría de la técnica.

Heidegger escribió que el humanismo occidental corre el riesgo de desembocar, por último, en el «imperialismo planetario del hombre organizado tecnológicamente».

Sin embargo, en esa resistencia ética, hay también un proyecto alternativo que, partiendo del Creador, ensancha la perspectiva de liberación y solidaridad hacia la humanidad, más aún, hacia la naturaleza. El respeto a la naturaleza de que habla la Humanae vitae es respeto a la totalidad de la persona contra todo dualismo, y es tutela de la naturaleza íntima de la persona como preludio del respeto a la naturaleza en su conjunto frente a la amenaza del despojo y del instinto de rapiña, propio del pensamiento utilitario.

El mensaje implícito en la Humanae vitae y explicitado en la Centesimus annus dice que para resolver el problema del supuesto conflicto entre recursos y humanidad en crecimiento hay que recorrer el camino de una solidaridad nueva capaz de establecer la ecología humana y la responsabilidad de cada persona ante el mundo entero.

Ésta es todavía una utopía: pensamos que esa novedad acerca de la vida humana ya ha comenzado, no sólo en la actitud cada vez más difundida entre los jóvenes, de respeto de la vida más vigilante y de rechazo de la muerte provocada, sino también en las parejas que desean una procreación responsable inspirada en el conocimiento y el respeto de los ritmos naturales, con el consecuente rechazo de la medicación lucrativa y comercializada del sexo.

Existe una comercialización del cuerpo no sólo con la compraventa de órganos y embriones destinados al trasplante o a la implantación, sino también con la explotación despiadada del sexo mediante la producción y venta de instrumentos farmacológicos y técnicos anticonceptivos.

Las mismas organizaciones internacionales encargadas de la salud, que se preocupan del crecimiento de la población, admiten ahora la legitimidad de una alternativa a la anticoncepción, ya sea hormonal o mecánica. No es, pues, pura utopía la doctrina de la Humanae vitae, sino profecía que lleva en sí la promesa de una época mejor, presente ya en el horizonte como el alba de la mañana de un nuevo día.

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