Luciano Concheiro

Pese al sugerente diagnóstico de nuestra época acelerada, Concheiro termina encallando en el mismo mal que achaca a la prisa: la falta de un sentido unitario.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.