En sólo un año, las escuelas públicas de Long Beach (California) han visto disminuir en un 36% los incidentes violentos y en un 32% las expulsiones temporales. Además, han mejorado la asistencia a clase y las calificaciones en los exámenes. La diferencia entre el curso pasado y los anteriores es que hace un año ese distrito hizo obligatorio el uso de uniforme (ver servicio 150/94).
Se ha comprobado que el uniforme ayuda a mejorar el ambiente escolar porque, al tapar las diferencias sociales entre los alumnos, favorece la unión entre ellos. Desaparecen así las indumentarias características de bandas juveniles, cuya rivalidad ocasiona gran parte de los incidentes violentos. Y, además, el uniforme disuade de hacer novillos.
Algunos padres, apoyados por la American Civil Liberties Union, son contrarios al uniforme porque, alegan, supone un gasto excesivo para muchas familias. Los responsables del distrito, conscientes de este problema, han buscado ayudas económicas para las familias modestas. Las que tienen más dificultades pueden obtener gratis el uniforme, costeado con donaciones privadas.
Además de California, seis Estados norteamericanos han autorizado a los distritos escolares a exigir el uniforme.